Amy:
Cuabdi el médico ya se ha ido, me pongo un bañador y voy hacia el porche
trasero, cogiendo de paso un libro. Embarazada o no, me gusta leer, y pienso hacerlo, aunque solo sea para distraerme de la
situación que estoy viviendo. Vuelvo a llevar una tirita en el brazo e intento
olvidar el dolor que siento. No quiero pensar demasiado en que el implante ya no
está y la razón para ello.
Debería estar dolida y enfadada con Alexis, pero no lo estoy. Me estoy engañando otra vez, solo
existo en este momento y relego todo lo malo a un rincón de mi mente. Necesito
hacerlo para no volverme loca.
Lo necesito porque no puedo dejar de amar a mi captor, haga lo que haga.
Y no ayuda mucho que el Alexis de esta mañana esté a años luz del ser salvaje
de anoche.
En cuanto me he levantado me ha tratado como si fuera de porcelana:
desayuno en la cama, masaje en los pies, besos y muestras de afecto constantes. Si
no lo conociera, diría que se siente culpable.
Sé de la pata que cojea, cl