Amy:
Rompe el beso, y mientras yo parpadeo un par de veces para ver si esto es la realidad y no una cruel pesadilla, él da un par de pasos hacia atrás y se queda mirándome con una expresión rara.
—No estás aquí como mi prisionera, motita — susurra.
Y sé que mientes.
—Ven— me ofrece su mano, pero me limito a no tomarla, se encoge de hombros y abre la puerta por la que yo quería salir hace unos minutos y ...
¡Oh, no!
Alcanzo a ver palmeras y una playa de arena blanquísima. Más allá hay una inmensidad de mar, azul y reluciente por la luz del sol.
Todo es muy bonito y de aspecto tropical, muy diferente en todos los sentidos de la ciudad y del país en que creí estar.
— ¡¿A dónde demonios me has traído?!— chillo.
Él sale al porche, y señala a la hermosa playa con su mano.
—Bienvenida a la isla privada que compré para tí. Creo que será un perfecto regalo de bodas.
***
Tengo frío de nuevo, tanto frío que estoy temblando y sé que es por la ansiedad , ya que la temperatura de la casa ronda lo