Mientras conducía a gran velocidad por la misma carretera que lo había traído hasta allá, una sola frase martillaba en la mente de Santamaría, repitiéndose como un eco feroz, como una oración desesperada:—¡Que no sea demasiado tarde! —gruñó con los dientes apretados, mientras apretaba el volante.Victoria, sentada a su lado, iba rígida, sus dedos crujientes sobre sus rodillas, la mirada fija en el parabrisas, pero sin ver nada. Estaba completamente inmersa en sus pensamientos, en su angustia, en esa sensación asfixiante que la invasión al imaginario a su hijo debatiéndose entre la vida y la muerte.El viaje fue largo, insoportable, con el silencio como único acompañante, interrumpido solo por el rugido del motor.Cuando por fin llegaron al hospital, Victoria no esperó a que el vehículo se detuviera por completo. Apenas Santamaría frenó, ella se lanzó fuera del auto, con el corazón desbocado, y corrió por la entrada principal del hospital.—¡Leonardo! —susurraba, jadeando, mientras su
La sala de espera del hospital estaba sumida en un silencio tenso, apenas interrumpido por los pasos nerviosos de Isabella, que caminaba de un lado a otro sin poder quedarse quieta. Sus manos se entrelazaban, se soltaban, volvían a buscarse. Sus ojos, cargados de angustia, no dejaban de mirar hacia la puerta de quirófano, como si con solo desearlo pudiera ver a través de ella.Victoria, sentada en un rincón, rezaba en silencio, con las manos unidas y los labios murmurando plegarias que solo ella podía escuchar. Mario estaba a su lado, tomándole la mano, sin decir nada. La acompañaba en su oración, en su fe, en su miedo.Santamaría, apoyada contra una pared, tenía la mirada clavada en el suelo. Su rostro, duro y marcado por los años y las decisiones equivocadas, ahora lucía vulnerable. Nadie podía negar que estaba destrozado. Rosa y Samuel, sentados juntos, veían a su hija con profunda preocupación, sin saber cómo calmarla.—Hija —dijo Rosa con suavidad, levantándose y acercándose a Is
"Alianza Prohibida" Leonardo MontielTrabaja en la empresa familiar Montiel Corporation, una de las más influyentes en el sector de la construcción y bienes raíces.Es inteligente, reservado y analítico. Siempre busca soluciones prácticas, aunque su carácter puede ser frío y distante debido a la presión que ha cargado desde joven para ser el heredero de la empresa. Él está acostumbrado a la competencia feroz y tiene un sentido del deber muy marcado hacia su familia.Aunque respeta profundamente a Don Mario, la relación con él es tensa. Su padre ha sido duro y exigente, y Leonardo siempre ha sentido que tiene que demostrarle su valía.La oficina está silenciosa, solo se escucha el ligero zumbido de la computadora de Leonardo, quien revisa con detenimiento algunos documentos financieros. La puerta se abre con firmeza, y Don Mario entra con paso decidido.----Leonardo, ¿has revisado los informes de la reunión con los inversores?----Sí, los revisé esta mañana. Estamos en una posición
En la oficina de don Mario Montiel, los asesores financieros están terminando de exponer los graves problemas que enfrenta su empresa. Don Mario escucha en silencio, su mirada fija en los papeles que muestran la inminente quiebra. Sabe que tiene pocas opciones, y aunque detesta la idea, decide llamar a su rival, don Samuel Colmenares, para una reunión.Don Mario (marcando el número en su teléfono):—Colmenares... necesito hablar contigo. Es urgente, sobre nuestras empresas. Nos vemos en mi oficina mañana.En la oficina de Don Mario, al día siguienteDon Samuel entra en la sala de juntas, con una mirada de desconfianza. Ambos hombres tienen años de rivalidad, y cada uno ha luchado por dominar el mercado. Pero esta vez, Don Mario sabe que deben poner sus diferencias a un lado.Don Samuel (mientras toma asiento):—Nunca pensé que vería el día en que me llamaras para hablar de negocios. ¿Qué tan grave es la situación, Montiel?Don Mario (serio):—Grave. Ambas empresas están al borde de la
Don Samuel llega a su casa después de la tensa reunión con Don Mario. Su mente está llena de pensamientos, sabiendo que la conversación con su esposa y su hija será difícil. Aunque Isabella aún no conoce a Leonardo, el matrimonio arreglado parece ser la única solución para salvar la empresa. Don Samuel entra al salón y encuentra a su esposa, Doña Rosa, y a su hija, Isabella, sentadas en el sofá. Ambas levantan la vista cuando lo ven entrar con una expresión preocupada. Doña Rosa(preocupada): —Samuel, ¿qué sucede? Te ves alterado. Don Samuel (tomando asiento, suspirando): —La situación es más grave de lo que pensábamos, Carmen. Si no hacemos algo pronto, perderemos todo lo que hemos construido. La empresa está al borde de la quiebra. Isabella (frunciendo el ceño): —¿Qué quieres decir, papá? ¿Qué está pasando con la empresa? Don Samuel (mirando a su hija con gravedad): —Hoy me reuní con Don Mario Montiel... nuestro principal rival. La situación de su empresa es igual de mala.
Don Mario, tras la tensa conversación con Don Samuel Colmenares, vuelve a su hogar con una preocupación evidente. Tiene que hablar con su familia sobre lo que acaba de acordar con su rival. Al entrar a la sala de su casa, ve a su esposa, Doña Victoria, y a su hijo Leonardo, que lo esperan para cenar. El ambiente familiar está cargado, aunque aún nadie sabe lo que Mario está por decirles.Doña Victoria (notando la preocupación en su esposo):—Mario, ¿qué ocurre? Te veo más preocupado de lo normal.Don Mario (con un suspiro profundo, mientras toma asiento en la cabecera de la mesa):—Hoy tuve una reunión con Don Samuel Colmenares.Leonardo (sorprendido, frunciendo el ceño):—¿Con Samuel? Creí que no querías volver a hablar con él... ¿De qué hablaron?Don Mario (mirando a su hijo con seriedad):—De nuestras empresas. Estamos al borde de la quiebra, Leo. Tanto la nuestra como la de Samuel. Si no actuamos rápido, lo perderemos todo.Doña Victoria (sorprendida):—¿Qué dices, Mario? ¿Cómo es
Leonardo (en la puerta de la casa de Valeria, respirando hondo antes de tocar el timbre):—Valeria… esto va a ser más difícil de lo que imaginé.Valeria (abriendo la puerta, sonriendo al verlo):—¡Leonardo! Qué sorpresa, no esperaba verte hoy. Pasa, ¿todo bien?Leonardo (entrando, intentando ocultar su incomodidad):—Sí, todo bien… bueno, en realidad, hay algo que tenemos que hablar. Algo importante.Valeria (con preocupación en el rostro):—¿Qué pasa, Leo? Pareces nervioso. ¿Ha sucedido algo en la empresa? ¿Con tu familia?Leonardo (mirando al suelo, buscando las palabras):—Es... es complicado. No sé cómo empezar esto. No quiero herirte, Valeria, pero tengo que ser sincero contigo.Valeria (poniéndose seria, sentándose en el sofá):—Me estás asustando, Leonardo. ¿Qué es tan grave que no puedas decirlo?Leonardo (con voz baja, evitando su mirada):—Mi familia... hemos estado pasando por muchas dificultades en la empresa. Y para resolverlas, han tomado una decisión que afecta a los do
Mansión Colmenares, el gran salón está preparado para la reunión. El ambiente es elegante, pero hay una tensión palpable en el aire. Don Mario Montiel llega con Leonardo, mientras que Don Samuel Colmenares y su esposa, Doña Rosa, esperan en la entrada. Isabella está en su habitación, sin saber aún que conocerá a su futuro esposo esa noche. Don Samuel (recibiendo a Don Mario con una sonrisa forzada): —Mario, me alegra que hayas llegado puntualmente. Es un día importante para ambos. Don Mario (con una expresión seria, extendiendo la mano): —Samuel, aquí estamos. Sabemos lo que está en juego. Don Samuel (mirando a Leonardo): —Ah, y este debe ser tu hijo, Leonardo. He escuchado mucho sobre ti. Leonardo (asintiendo, con una sonrisa cortés): —Es un placer, señor Colmenares. Espero que esta reunión sea beneficiosa para ambas familias. Doña Rosa (interviniendo suavemente, con una sonrisa amable): —Leonardo, Isabella está arriba preparándose. Pronto bajará a conocerte. Estamos segur