Mundo ficciónIniciar sesiónLa puerta ni siquiera hizo ruido de verdad, pero su mirada me atravesó como si hubiera sido un estruendo. Estaba ahí, quieta, entre la sorpresa y el desconcierto, como si hubiera escuchado algo que no debía. Y lo había hecho. Lo había escuchado todo.
Antes de que pudiera decir nada, mi madre se giró hacia ella con esa voz envenenada de siempre.
—¿Qué haces aquí?
Rodé los ojos, irritado.
—Mamá, basta.
Larissa carraspeó, incómoda, sujetando con fuerza el asa del bolso.
—Yo... me enteré de que te habían vuelto a ingresar. Solo vine a ver cómo estabas. Pero... puedo volver







