Enzo parecía un loco, con los ojos perdidos y llenos de odio. Alguien gritó mi nombre y él giró la cabeza en esa dirección. Y esa fue mi oportunidad.
Saqué el arma, lo bastante rápido, mientras gritaba:
—¡MATHEUS, AL SUELO!
Él se tiró, y yo disparé.
La bala alcanzó a Enzo en el abdomen, haciéndole gritar y tratar de disparar, pero Alessandro fue más rápido, vaciando el cargador en su dirección. El cuerpo de Enzo se echó hacia atrás, tambaleándose por el impacto hasta caer de rodillas, dejando que el arma se le resbalara de las manos, jadeando, sin fuerzas.
—Se acabó —dijo, jadeante, con el rostro lleno de marcas—. Esto es por haber tocado a Larissa.
Matheus se lanzó a un lado, tambaleándose, y yo corrí hacia él, sujetándole con fuerza.
—¡Vamos! ¡Vámonos!
Enzo cayó de espaldas, con la mirada perdida, sin decir una palabra más.
El silencio que vino después fue extraño, sofocante.
Sentí las piernas flaquear y Matheus se desplomó a mi lado. Y Alessandro… Alessandro corrió hacia mí, cayend