Mundo ficciónIniciar sesión(Alice)
Diogo me levantó en brazos de repente, y no pude contener la risa, rodeando su cuello con mis brazos. Mi corazón se aceleraba solo de sentir su fuerza sujetándome de esa manera, como si yo fuera lo más precioso que jamás había tocado.
Entramos en el dormitorio y él me acostó en la cama con un cuidado que me desarmó por completo. Se quedó sobre mí, suspendido, con los ojos fijos en los míos, como si quisiera grabar cada detalle.
— Te he echado tanto de menos… — susurré, pasando los dedos por su rostro. — Solo fueron dos días, pero me parecieron una eternidad.
Él respiró hondo y su voz salió ronca antes de responder.







