Alice
Miércoles soleado, cielo despejado, pero mi humor no estaba precisamente a la altura del día.
Entré en la cafetería ajustando la correa del bolso sobre el hombro, intentando equilibrar el estuche de insulina y un paquete de pan de queso que había traído conmigo. Saludé a todos con una sonrisa, como siempre hacía, aunque el pecho me pesara más de lo que quería admitir.
— ¡Buenos días, Alice! — me saludó Antonio con su sonrisa habitual.
— ¡Buenos días, Tony! — respondí, dejando mis cosas detrás del mostrador y atándome el delantal a la cintura. — ¿Ya hay clientes?
— Un par de señores en la mesa del rincón. Y acaba de llegar una chica, en la mesa cinco.
Cogí mi libreta y me dirigí hacia allí. La chica acababa de sentarse, y lo primero que me llamó la atención fue su elegancia discreta. Llevaba el pelo corto, perfectamente cortado, mirada atenta… pero inquieta. Había algo en ella.
— Buenos días. Bienvenida. ¿Puedo traerte algo para empezar? ¿Un capuchino, quizá?
Asintió con una sonr