Mundo ficciónIniciar sesiónÉl me miró otra vez y sentí como si tuviera un peso de cien kilos en el pecho.
—Lucas… tu madre se llamaba Mádila.
Frunció el ceño, repitiendo el nombre como si estuviera probando el sonido.
—¿Se llamaba? —el énfasis en la palabra me atravesó por dentro—. ¿Ella… ha muerto?
Tragué saliva, intentando mantener la voz firme.
—Sí… —susurré casi sin voz.
Él se quedó mirándome, con los labios temblorosos. Sabía que tenía que medir cada palabra por su edad.
—Conocí a







