Las horas fueron pasando y Chiara despertó. Como había dicho, Helen volvió después de su consulta y me fui, prometiéndole a Chiara que regresaría más tarde.
Traté de llamar a Larissa, para saber si había regresado, pero entonces recordé que le dijo a ese hombre que había olvidado el celular en casa. Fui directo a casa, pensando en esperarla ahí, pero las horas fueron pasando y nada de que Larissa apareciera.
La preocupación realmente comenzó a surgir. ¿Le pasó algo? Estaba con su bolsa, probablemente con dinero. Llegando a la entrada de la ciudad, tendría acceso a un taxi o autobús. ¿Por qué no había aparecido todavía?
—¿Señor, va a cenar? ¿Puedo poner la mesa? —Margarida preguntó, apareciendo en el cuarto.
—Sí puedes, ¿Larissa dio alguna noticia?
—No señor. Su celular sonó varias veces durante el día.
—¿Dónde está?
—En el aparador del pasillo de arriba.
Margarida se retiró y fui hasta el cuarto, tomando el celular de Larissa viendo las llamadas perdidas en la pantalla de bloqueo, siendo cinco de ellas de Rafael.
La rabia volvió mientras digitaba la contraseña, sabiendo que era la fecha en que hicimos nuestro viaje de luna de miel. A ella le había gustado bastante viajar.
El celular se desbloqueó, mostrando varios mensajes de Rafael, Catherine y de su papá. Comencé a abrir la aplicación de mensajes cuando el sonido de un auto estacionándose llamó mi atención. Fui hasta la ventana viendo que era el Jeep de Larissa. Bloqueé el celular de vuelta y salí del cuarto, encontrándola subiendo las escaleras.
Su rostro estaba todo rojo y la expresión que llevaba en el rostro me causó una sensación extraña. Larissa pasó por mi lado, yendo directo a nuestro cuarto en completo silencio.
—¿Por qué te tardaste? ¿Estabas con alguien?
Ella se volteó completamente, casi haciéndome chocar con su figura pequeña. Sus ojos castaños, estaban hirviendo de una rabia que nunca había visto antes. Ella siempre fue calmada, tratando de agradarme, pero esa mirada era diferente.
Pero entonces se volteó otra vez, tomando el celular de la cómoda y yendo hasta el clóset.
—¿No vas a hablarme? ¿Crees que ese trato te va a traer algún beneficio? —Continuó ignorándome mientras miraba su parte de ropa nueva.
Fruncí el ceño cuando sacó un vestido que le quedaba muy bien al cuerpo.
—¿Dónde crees que vas? —La falta de una respuesta me irritó y con un movimiento la atrapé entre la pared y yo.
Me acerqué a su cabello, sintiendo un aroma diferente. ¿Se había bañado?
—¿Dónde estabas? —pregunté, esta vez con mi voz desbordando rabia.
—Estaba donde me dejaste, en esa nada de carretera. —respondió, pasando por debajo de mi brazo.
—Larissa, ¿estabas con otro hombre? ¿Lo que hice contigo no sirvió de nada?
Una vez más sus ojos furiosos se enfocaron en mí antes de que tomara el vestido y entrara al baño.
Continué en el cuarto esperando que saliera del baño.
—Sr. Moratti, la cena ya está servida. —Margarida apareció en la puerta del cuarto.
—Guarda todo y puedes irte. —dije aún sintiendo rabia en mis venas.
Margarida no dijo nada, solo asintió y fue a hacer lo que mandé. Larissa salió del baño, ya vestida y con el cabello arreglado.
—No vas a salir. —dije, sosteniendo la llave del cuarto.
Sus ojos la notaron y vino en mi dirección.
—¡Tú no me mandas! ¡Dame esa llave o llamo a la policía!
Una risa amarga salió de mis labios mientras levantaba la llave en alto, sabiendo que no podría alcanzarla.
—Hazlo... y yo me las arreglo para que TÚ pases la noche en la cárcel hoy.
Ella dejó de tratar de tomar la llave cuando su celular sonó. Larissa fue hacia él y lo colgó, escribiendo algo después. ¿Esta desgraciada estaba quedando de encontrarse con algún hombre?
Avancé tratando de tomar su celular, pero ella corrió al baño y se encerró.
—¡Déjame en paz! ¡Me dejaste sola en ese lugar, donde podría haber sido raptada por hombres malvados! ¡Te odio!
Gritó desde el baño, pero poco me importaba su berrinche. No cargaría con la fama y sensación de que fui traicionado. ¡Nunca!
Mi celular vibró en mi bolsillo y lo tomé, viendo el nombre de Chiara. Dejé la llave encima de la cama y contesté su llamada.
—Hola, ¿pasó algo?
"No, estoy bien. Es que... dijiste que vendrías y mi mamá tuvo que salir. No quería pasar la noche sola."
—Chiara, no es un buen momento para acompañarte.
"Lo sé, no quería molestarte. Pero es que... tengo miedo de que pase algo y esté sola... los enfermeros vienen de vez en cuando."
Suspiré, apoyando la mano en la frente. Miré la puerta del baño y después la llave en la cama.
—Está bien, voy en camino.
Colgué el celular y fui hasta el clóset a cambiarme de ropa, pero en ese momento escuché la puerta del baño abrirse y la figura de Larissa pasando corriendo. Siendo más rápido, la alcancé en el momento en que logró abrir la puerta.
—¡Suéltame! —gritó mientras la cargaba y la llevaba hacia la cama—. ¡Suéltame, Alessandro! No puedes hacer esto.
Sostuve sus dos manos arriba de la cabeza y atrapé sus piernas con las mías. Nunca la había visto tan feroz como ahora y de alguna forma su comportamiento me estaba excitando.
Me acerqué a ella, casi pegando mis labios con los suyos.
—Si continúas actuando de esa forma, te voy a coger ahora mismo.
Eso la hizo detenerse y mirarme con los ojos llenos de lágrimas. Ahora, además de la rabia, había decepción. Su reacción me causó angustia y la solté, alejándome de ella.
—Si te atreves a salir. —dije cuando se levantó para irse—. Despido a esa amiga tuya de la empresa y hago que no consiga más un trabajo digno.
Sus movimientos se detuvieron mientras la escuché sollozar. Larissa miró sus manos, que estaban cerradas en puños.
—En todos estos cuatro años juntos, nunca me trataste de esta manera. Siempre estabas frío, pero nunca me lastimaste. —Su voz cargaba tanta pena, que instintivamente me volteé, observándola—. Pero ahora, que Chiara regresó, cambiaste.
Ella levantó el rostro, sus ojos llenos de lágrimas y tristeza, pero fue la determinación en su mirada lo que me hizo sentir la sensación mala otra vez. Esta vez, más intensa.
—Si amas tanto a esa mujer, ¿por qué continúas con nuestro matrimonio? ¿Por qué no te deshaces de mí?
Continué observándola por un momento, ¿realmente estaba triste o solo buscando una excusa para separarse y vivir sus romances?
El pensamiento me trajo rabia y para no lastimarla de verdad, me volteé y fui a vestirme.
—Pensé que teníamos un acuerdo, que podríamos encontrar una manera de hacer que esto funcionara. —La miré, buscando en su rostro la verdad.
—Te estuviste ilusionando todo este tiempo, Larissa. Los dos sabíamos desde el inicio que esto no era más que un matrimonio por conveniencia. Nunca dije que te amaría y nunca lo demostré.
Sus ojos se oscurecieron de dolor. Tal vez lo que estaba diciendo sería doloroso desde la perspectiva de quien amaba, pero sabía que a ella solo le importaba el dinero. Larissa tenía miedo de perder la comodidad que tenía en esta casa y perjudicar a su familia.
—No tienes corazón, Alessandro. —disparó, su voz temblando de emoción—. Pensé que tal vez, solo tal vez, podríamos encontrar alguna felicidad juntos. Pero ahora veo que estaba equivocada. Ya no quiero nada contigo, me voy de esta casa y cuando todo termine, firmamos el divorcio.
Dijo, dándome la espalda y saliendo del cuarto. Mi rabia aumentó, ¿quería librarse de mí lo antes posible para ir detrás de Rafael, o del otro tipo?