(Alessandro)
—¿Qué pasa, por qué esa rabia? —Chiara preguntó cuando la aparté, viendo a Larissa ir en dirección de su auto.
—Sabes que no podemos relacionarnos de esa forma hasta que salga el divorcio.
Escuché el sonido del auto encendiéndose y después pasar por nosotros, mientras ella salía del estacionamiento.
La imagen de sus ojos vino a mi mente, la tristeza que demostraron.
—Lo siento mucho, yo... vi que estábamos solos y no pude resistir. Tengo tanto tiempo deseando tenerte, Ale.
—Lo sé, pero ya esperamos tanto tiempo, ¿qué son tres meses?
Chiara deja escapar un suspiro dramático de sus labios y asiente confirmando.
—No lo haré otra vez hasta que tú me lo permitas.
—Mejor así. Vamos, te voy a dejar en tu casa.
Entramos a mi auto y la dejé en su casa, estaba saliendo hacia la mía cuando una llamada de mi mamá me hizo detenerme.
—Hola, mamá.
—Querido, ¿puedes venir acá a casa? No me estoy sintiendo muy bien.
—Voy en camino.
Colgué la llamada y fui a casa de mi mamá. Al llegar ahí, el médico de la familia estaba terminando de examinarla.
—¿Todo bien con ella, Dr. Marco?
—Aparentemente es una infección intestinal. Su fiebre está alta, tomó unas medicinas ahora y va a dormir. —Cerró su maletín—. ¿Hay alguien que pueda pasar la noche aquí con ella?
Miré a mi mamá, que tenía una mirada cansada y asentí confirmando.
—Me voy a quedar.
—Perfecto, si la fiebre regresa, llévela al hospital para que podamos hacer exámenes.
Lo acompañé hasta la salida y volví al cuarto, sentándome al lado de mi mamá, que ya estaba somnolienta.
—Tu esposita no va a estar contenta de que duermas aquí. —Dijo con la voz arrastrada, pero aun casi inconsciente, demostrando la rabia que tenía por Larissa.
—No te preocupes por ella, mamá. Trata de dormir. Voy a bañarme y vengo a verte, ¿está bien?
Ella asintió ya cerrando los ojos y me levanté. Fui hasta mi antiguo cuarto y tomé una muda de ropa que siempre dejaba aquí y en casa de mi abuela. Me bañé y cuando volví al cuarto de mi mamá, ya estaba durmiendo.
Toqué su frente, aún sintiendo un poco de fiebre alta. Volví a mi cuarto y trabajé toda la noche, todavía recordando la interacción de Larissa con Rafael.
No me sorprendía que él estuviera interesado en ella, de eso me di cuenta desde el momento en que puso sus ojos en ella, cuando empezó en la empresa.
No me importaba que los dos se relacionaran, pero eso tenía que ser después de nuestro divorcio. Le prometí a mi mamá que nunca traicionaría a una compañera y siempre cumplo mis promesas.
Al día siguiente, me levanté temprano y después de tener la certeza de que mi mamá estaba mejor, fui a casa. Larissa ya estaba desayunando, entonces me apuré para poder conversar con ella sobre ayer. Aunque no le debiera explicaciones.
Solo que la sentí un poco diferente y antes de que el ambiente mejorara para iniciar el tema, se levantó y se fue. No tardó mucho en salir de casa.
Suspirando, decidí trabajar un poco pero cuando dieron las 10, fui detrás de ella. Sabía los lugares que frecuentaba y en el segundo que busqué, la encontré. Estaba parada, frente al bar al que siempre iba, conversando con un tipo.
No me gustó la interacción de los dos y aun después de que me acerqué, él todavía tuvo el descaro de pedir su número y peor aún, ella confirmó que se lo daría después.
Mi rabia subió al extremo, saber que ella podría traicionarme con esos hombres me cegó. Claro que no por celos, yo no la amaba, pero porque odiaba la traición.
Larissa sabía que tenía apenas tres meses para separarnos, ¿por qué no esperaba? ¿Quería vengarse por ayer?
Sabía que estaba manejando de forma peligrosa, pero quería lastimarla. Hasta que en un momento ella dijo que lo que tuvo con su amigo, fue lo mismo que yo y Chiara. Eso nunca podría ser verdad.
Lo que tuve con Chiara fue verdadero, lo suficientemente fuerte para que uno esperara al otro por 9 años y otros más, si fuera necesario.
Larissa no sabe lo que es amor de verdad, todo lo que ella necesita y le gusta es dinero y la comodidad que está llevando. La empresa de su papá solo está en pie hasta hoy por mi culpa. No quería haber aceptado este matrimonio, pero pensé que no encontraría a Chiara otra vez y mi papá estaba muy enfermo... Una decisión por impulso de la que me arrepiento hasta hoy.
La observé desaparecer por el espejo retrovisor mientras regresaba a la ciudad. El sol estaba abrasador, pero quién sabe si una buena caminata no la haga sentir vergüenza y darse cuenta de que nunca debería ni siquiera pensar en traicionarme.
Pero al llegar a la entrada de la ciudad, me detuve con el auto. ¿Y si alguien la secuestraba? Por más que no la amara, Larissa todavía era mi responsabilidad y si mis abuelos descubren que la dejé en la carretera sola, me van a matar.
Pero ya debe haber aprendido que no se puede jugar conmigo. Encendí el auto otra vez para regresar, pero mi celular sonó con el número de la mamá de Chiara.
—¿Alessandro? —Su voz parecía asustada.
—¿Sí?
—Ven al hospital ahora. Chiara tuvo un accidente, te necesita. —La voz de la mujer estaba llorosa, haciendo que mi corazón perdiera el ritmo en el pecho.
—Mándame la ubicación, voy en camino. —Dije apresuradamente, listo para salir, pero miré por el espejo retrovisor y una molestia apretó mi pecho.
Ignoré la sensación, que Larissa se cuidara sola. Seguí hacia el centro de la ciudad, donde estaba el hospital. Tan pronto como llegué, encontré a Helen, mamá de Chiara, sentada en uno de los sillones en la recepción.
Al verme, se limpió las lágrimas y vino en mi dirección.
—¿Qué pasó?
—Estaba tratando de tomar algo de arriba del armario y se cayó encima del brazo. Se la llevaron a la sala de cirugía.
Después de casi una hora, el médico vino a avisarnos que se había roto el brazo pero que todo salió bien. Nos dieron permiso de verla en el cuarto y al llegar, Chiara estaba durmiendo tranquilamente por la sedación.
—Mi hija es tan terca. Siempre le dije que tuviera cuidado.
—Ella es así.
Miré el reloj, viendo que a esta hora, Larissa todavía debería estar en la carretera.
—¿Puedes quedarte aquí con ella? —Helen preguntó y volví mi atención hacia ella.
—¿Tú no te quedas por qué?
—Es que tengo un examen ahorita. Cuando salga de ahí, vengo para acá. Solo no quiero que se asuste al despertar y ver que está sola.
Volví a mirar a Chiara y asentí. Helen agradeció antes de salir y me acerqué, sentándome en el sillón que había en el cuarto, observando a la mujer que siempre amé.
Sé que es imposible que una persona sea la misma de nueve años atrás, pero cambiar tan drásticamente así asusta un poco. Chiara cambió de alguna forma, pero sé que puedo traer a la antigua Chiara de vuelta.