Estaba sentada en mi cama del hotel, perdida en mis pensamientos, cuando escuché un golpe en la puerta. Me levanté con cautela, curiosa por ver quién podría ser a esta hora de la noche.
Al abrir la puerta, me sorprendí al encontrar a Chiara del otro lado, forzando una sonrisa.
—¿Qué estás haciendo aquí? —pregunté, mi voz cargada de sorpresa y desconfianza.
Se encogió de hombros, tratando de parecer despreocupada.
—Solo quería hacer compañía. ¿Puedo entrar?
Dudé por un momento, sintiendo una punzada de incomodidad ante su presencia. Sin embargo, antes de que pudiera responder, Chiara ya estaba empujando la puerta, entrando al cuarto sin ser invitada.
—No te invité.
Chiara solo sonrió de forma cínica, ignorando mi protesta mientras se acomodaba en una silla cercana.
—Sabes, Larissa. —comenzó, su voz suave y provocativa—. Alessandro y yo tenemos una conexión muy especial. Él nunca se va a quedar contigo. Él mismo me dijo que faltan solo dos meses y medio para que ese contrato term