—¿A dónde vas? —pregunté al alcanzarla.
—A mi hotel. —respondió con aspereza, totalmente diferente de la mujer profesional de minutos atrás.
—Vamos, yo también estoy en el hotel. —dije, sabiendo que por ser la ciudad pequeña, solo había un hotel cómodo aquí.
Larissa me miró con desagrado y negó con la cabeza, comenzando a caminar.
—Deja de ser terca, mujer. El hotel queda lejos de aquí, lo sabes.
Se encogió de hombros mientras continuaba caminando. Con mi paciencia al límite, agarré su brazo y la arrastré hasta el auto, metiéndola adentro y asumiendo el volante.
Larissa no trató de salir y fui hacia el hotel. Al llegar, tomamos el elevador yendo hasta nuestro piso, que extrañamente era el mismo. Larissa dio un paso adelante y sostuve su brazo, haciendo que se volteara hacia mí.
—¿Qué pasa?
—Hiciste un buen trabajo con el gerente. —Sus ojos se encontraron con los míos con sorpresa.
—Solo estaba haciendo mi trabajo. —respondió incómoda, probablemente por el elogio.
—Yo... —Paré