Alianza Provisional - Me casé con un Hombre enamorado de Otra
Alianza Provisional - Me casé con un Hombre enamorado de Otra
Por: Natalia. C
Capítulo 1 - Larissa
(Larissa)

Luciano y yo estábamos cumpliendo tres años de noviazgo, y yo apenas podía contener mi emoción, ya que mi mejor amiga, Samira, me contó que lo vio en el centro comercial más temprano, en una joyería, escogiendo un anillo hermoso.

Ella estaba segura de que era un anillo de compromiso y mi corazón había estado acelerado hasta ahora al imaginar que realmente podría ser una propuesta de matrimonio. Siempre soñé con ese momento.

Estaba sentada en el restaurante donde quedamos de encontrarnos, observando las parejas que pasaban, las risas, los abrazos y besos que se daban. Pero el tiempo fue pasando, y Luciano no llegaba. Tomé el celular y le marqué, contestó al tercer intento, pero parecía confundido.

—¿Larissa? ¿Qué pasó?

—¿Qué pasó? Luciano, quedamos de encontrarnos, ¿se te olvidó?

—Ah... Yo... Amor, necesito resolver unas cosas. No puedo hablar ahora. Hablamos después, ¿sí?

La llamada terminó antes de que pudiera responder. Mi corazón se apretó. ¿Qué estaba resolviendo? Dos horas pasaron y mi esperanza se transformó en frustración. Respiré profundo y decidí irme.

Manejé sin rumbo por un tiempo antes de decidir pasar por el departamento que estábamos comprando juntos. Luciano insistía en que lo pagáramos con nuestro propio esfuerzo, sin ayuda de mi papá, que era un gran empresario.

Cuando estacioné en el edificio, vi que su carro también estaba. Mi corazón se llenó de esperanza. Tal vez estaba preparando una sorpresa para mí.

Subí por el elevador, y al llegar, puse mi huella en la cerradura de la puerta. Se abrió y entré, sonriendo, pero mi sonrisa desapareció cuando vi ropa esparcida por el piso. Piezas de ropa de él y de una mujer.

Mi pecho se apretó, el aire parecía no entrar en mis pulmones. Avancé despacio, el silencio solo interrumpido por sonidos ahogados que venían del cuarto. Nuestro cuarto.

Cada paso era una puñalada en el pecho. Me detuve en el pasillo, viendo que la puerta del cuarto estaba entreabierta. Cuando la empujé, sentí que mi mundo se desmoronaba.

Luciano estaba ahí y con Samira. Mi mejor amiga. Ella estaba montada sobre él, ambos desnudos, en un colchón en el piso. Mi corazón se detuvo por un instante, quería creer que aquello no era real. Pero lo era.

—¡Desgraciados! -mi voz salió débil, pero cargada de dolor y odio.

Los dos se asustaron y me miraron, congelados. Samira jaló la sábana para cubrirse, y Luciano se sentó rápido, con ojos muy abiertos.

—¡Larissa! ¡No es lo que estás pensando! -dijo desesperado, levantándose y viniendo hacia mí.

Mi mano actuó antes que mi mente y le di una cachetada fuerte en la cara. El sonido resonó por el cuarto y Luciano se llevó la mano al rostro, en shock.

—¿No es lo que estoy pensando? ¿En serio, Luciano? ¿Crees que soy idiota?

—¡Puedo explicarte!

—¡CÁLLATE! ¡No quiero escuchar tus excusas baratas!

Mis ojos fueron hacia Samira. Estaba callada, sin valor para mirarme.

—¿Cómo pudiste? -mi voz salió quebrada. —Eras mi mejor amiga, Samira. ¡Desde la preparatoria!

Ella bajó la cabeza, sin palabras.

Me volteé para salir, no soportaba ni un segundo más ahí. Pero sentí la mano de Luciano agarrar mi brazo.

—Larissa, por favor, ¡escúchame!

Me solté con fuerza, mirándolo a los ojos.

—Te amé, Luciano. Estaba lista para construir una vida a tu lado. Y tú me destruiste.

Salí del cuarto, mis piernas temblaban tanto que era difícil caminar. Tomé el elevador y bajé hasta el estacionamiento, subí al carro y por fin, no pudiendo aguantar más, lloré como nunca había llorado antes. Mi corazón estaba destrozado.

***

Dos días después, estaba sentada en el sillón de la sala con un libro abierto en mi regazo. Pero no podía leer. Las palabras se confundían, incapaces de captar mi atención.

Mi mente regresaba, repetidamente, a la escena del departamento. A la ropa esparcida, los cuerpos entrelazados. La traición que aún quemaba dentro de mí.

Ya había deshecho mi compromiso con Luciano sobre el departamento. Aunque saliera perdiendo, solo quería librarme de cualquier cosa que aún nos conectara. En cuanto a Samira... ella era mi mejor amiga, o yo creía que lo era. Siempre fui tímida, y ella era quien me ayudaba a ser más abierta y cálida. Ahora, veía que todo no era más que falsedad. El amor que decían sentir por mí era una mentira.

Salí de mis pensamientos al sentir una mano en mi hombro. Alcé los ojos y mi papá estaba ahí, mirándome con preocupación.

—¿Cómo estás, hija? -su voz era suave.

Forcé una sonrisa.

—Estoy bien.

Se sentó a mi lado en el sillón, estudiándome con ojos atentos.

—Larissa, sé que no estás bien.

Suspiré, cerrando el libro en mi regazo. La sonrisa falsa desapareció de mi cara.

—No estoy. Pero voy a estar bien.

Mi papá asintió, sin insistir. Nos quedamos en silencio por unos instantes, hasta que resolví romperlo.

—¿Y la empresa? ¿Cómo están las cosas?

Él forzó una sonrisa, la misma que yo había hecho minutos antes.

—Todo está bien.

Incliné la cabeza, entrecerrando los ojos.

—Sé que no es así.

Él suspiró y se pasó la mano por el cabello.

—Los Moratti decidieron dejar de apoyar nuestra empresa. Esto va a generar algunas dificultades, pero voy a poder lidiar con esto, no te preocupes.

Miré mis propias manos. Lo que estaba a punto de decir era una locura, una decisión tomada en el calor del momento. Pero antes, las cosas fueron decididas a través del amor, pero ahora, ya no quería saber nada del amor.

Respiré profundo y lo miré.

—Si hubiera una boda, como debería haber pasado hace tres años... ¿eso resolvería la situación?

Mi papá me miró en shock.

—Lari, no. No necesitas hacer esto.

Agarré su mano con firmeza.

—Antes, no quería. Usted me liberó de ese acuerdo para que pudiera vivir un amor y mire lo que gané. Un buen par de cuernos. Fui traicionada dos veces.

Me miró con pesar.

—Hija, aun así, todavía puedes encontrar un nuevo amor. No quiero encerrarte en un matrimonio sin fecha para terminar.

Apreté su mano con más fuerza.

—El señor Elias se molestó cuando usted rompió el acuerdo que hicieron años atrás. Pero ahora, podemos cumplirlo. Póngase en contacto con él y si está de acuerdo, me casaré con Alessandro Moratti.

Mi papá abrió la boca para protestar, pero continué antes de que pudiera.

—Y no necesita preocuparse. Nunca más voy a querer saber de un nuevo amor.
Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
capítulo anteriorcapítulo siguiente
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP