88. Aguas termales
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Eva
El aire olía a hierro y a tierra húmeda. Los bosques callaban como si incluso ellos supieran que algo se avecinaba. Había llegado la hora de mover nuestras piezas, proteger lo que amamos y prepararnos para lo peor.
—Empiecen a evacuar a los ancianos y a los niños —ordené con la voz firme mientras caminaba entre los líderes de patrullas—. Llévenlos a las cuevas de emergencia. Nadie debe saber cuántas salidas tienen. Ni siquiera los aliados más cercanos.
Kristen y Kristal ya estaban ayudando a los pequeños a preparar sus mochilas. Kasius no se despegaba de Cedric, observando y aprendiendo cómo se organiza una defensa con verdadero temple.
—Los civiles más fuertes y las madres jóvenes van a ir a dos manadas de distancia —dijo Magnus con tono grave—. Solo quedamos los guerreros, los guardianes, y los que estén dispuestos a morir por este lugar.
Asentí. Esa era nuestra realidad.
El rugido de motores lejanos nos cortó el aliento.
Alcé la cabeza al mismo tiempo que Magnus giraba los o