89. Una mañana...

89

Eva

Desperté con la luz suave del amanecer colándose por la rendija de la cabaña. Magnus aún dormía, con su brazo pesado cruzando mi cintura, como si inconscientemente no quisiera soltarme. Su respiración era lenta, profunda, y su ceño relajado. Parecía en paz.

Me quedé unos minutos así, mirándolo, grabando cada línea de su rostro. Después de todo lo vivido, verlo así... era un regalo.

Me moví con cuidado para no despertarlo y me cubrí con una manta ligera. Fui a ver a los niños. Estaban en la sala, enredados entre sí como cachorros, dormidos sobre pieles y mantas. Orión estaba con ellos, vigilante, pero en silencio. Me sonrió sin decir nada. Asentí con gratitud.

Preparé algo de desayuno con lo que quedaba: pan suave recién horneado, un poco de miel, frutas del bosque y leche caliente con especias. El olor llenó la cabaña y poco a poco, mis hijos comenzaron a abrir los ojos, somnolientos, arrastrándose hasta la mesa con el cabello alborotado y los ojos brillantes.

Magnus apareció e
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