79. Cuando las cadenas pesan
—Vamos —dijo Malcolm a su esposa, permitiendo que ella lo guiara hacia una de las pequeñas salas de estar que raramente utilizaban. En cuanto la puerta se cerró tras ellos, la máscara de cortesía de Sarah se disolvió como sal en agua. Su rostro se transformó en una máscara de furia que ya no podía controlar más.

Fue por eso que, al instante, el sonido seco de la bofetada que le propinó a su esposo hizo eco en la habitación vacía, sorprendiendo incluso al propio Malcolm. La mano de Sarah, decorada con anillos ornamentados, dejó una marca rojiza en su mejilla que comenzó a arder de inmediato.

—¿Cómo te atreves a venir a estas horas? ¡¿Dónde demonios has estado?! —exigió ella, con sus ojos verdes encendidos de rabia—. ¡Te dije específicamente que hoy tendríamos una fiesta importante! ¡Invité a lores de Aurocanto! ¡Todas mis amigas con sus manadas están aquí! ¿Tienes idea de lo humillante que fue explicar por qué el lord de la casa McTavish no estaba presente para recibirlos cuando llegaro
Taylor Snow

¿Como estarán sus padres? ¿La fiesta será aburrida? ¡Eso lo sabremos mañana! gracias por leer!! y comentar tambien, adiooos!

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