—No, no le harás nada —digo, frunciendo el ceño antes de volverme hacia él—. ¿Y pensabas seguir callado? ¿Todo este tiempo sin contactarme era porque estabas herido?.
—Bueno... sí, algo así —admite, desviando la mirada como un niño atrapado en una mentira—. Pero estoy bien. Fue un rasguño.
—Un ras