377. Un rey para la sangre.
Narra Ruiz.
La miro. A mi pequeña.
Tan chiquita. Tan fuerte. Tan parecida a mí… y tan distinta.
Ella no eligió este infierno. Nació entre los escombros de mis decisiones. Entre balas, pasillos sin nombre, amores que sangraron demasiado.
Y ahora está ahí.
Temblando.
Pero firme.
Y yo sé que si no hago esto, la pierdo para siempre.
—Escuchame hija... —le digo, con esa voz que me nace desde la cueva del pecho, rota, pero clara—. Hacé lo que te diga, como buena nena… ¿me escuchás?
—Sí, papito.
Dios. Esa voz.
Tan chiquita. Tan dulce.
Dulce… claro. Dulce. El único nombre que me salvó de mí mismo.
—Así me gusta —sigo, tragándome el miedo como un veneno—. Sabés que te amo, que sos todo lo bueno… lo único bueno que hice en esta vida de mierda, ¿no?
—Sí, papito. Sé que me amás. Yo también te amo, papito.
Y se me parte algo adentro.
Algo que ni las balas, ni las traiciones, ni los cementerios me habían roto.
—Sos buena nena… y pronto esto va a terminar. Vas a irte de viaje con tu mamá. Ella te va