Capítulo 208. Corazón al límite.
New York era la cuna de los imperios modernos, no sólo hechos por la arquitectura, sino por aquellos que no se veían bajo un estrato económico o social menor al que poseían. El invierno hacía de las suyas, aunque limpiar los autos de la nieve o usar ropa extremadamente abrigada no era la preocupación real de nadie. La ciudad no reducía la velocidad ni por la muerte, ni por el escándalo, ni por la desgracia ajena.
Una semana había transcurrido demasiado rápido para todos. Cada uno en su dilema personal se envolvían en sentimientos y obligaciones.
Richard y Giulietta Lang recibieron las cenizas de su hija días antes. Ella no se había separado de aquella urna que no salía de su dormitorio. Su esposo se encargaba de hacer desaparecer a su hijo de cualquier intento de búsqueda. Ni los medios, ni sus amigos ni aquello que fuera un riesgo para él se acercarían. Estaba lejos, pero seguro. A su vez, hacía malabares para que su mujer se alimentara, desgastándose a sí mismo en su lugar. Las ho