Capítulo 135. Elegancia intimidante.
En ocasiones Johan prefería perderse algunas cosas cuando de su hermano se trataba, aunque eso no eta posible ahora que era parte de su compañía en San Francisco.
El chico presumido que lo hacía sacar excusas ingeniosas se había convertido en un hombre que aprovechaba las oportunidades que se le presentaban para que otros hicieran cosas para él. Ni siquiera tenía que pedirlo, ellas sola lo ofrecían cuando él sugería la imagen incapaz, aunque fuese una mentira.
Su físico podría ser la motivación de aquellas voluntarias que lo ayudaban a cargar sus cosas hasta la mesa. Era claro que sí. Él sabía lo que provocaba y lo usaba a su favor. En más que sólo favores simples.
—¿En serio?— Johan dejó caer el cubierto cuando las dos mujeres se marcharon. Asher hundió los hombros, tomó su yogur y apoyó la espalda con los labios extendidos.
—¿Qué?— fingió no entender nada.
Su hermano sacudió la servilleta en su mano, alzando la vista cuando escuchó la voz de la única mujer que podía cambiarle el