Capítulo 126.
Elías esperó ver salir apresurado al mexicano, moverse con acciones que reflejaran la eficacia del veneno puesto en la champaña, pero el Coloso seguía tan tranquilo como cuando llegó.

Arrogante, hablando en su idioma con ese acento que le asqueaba saber a dónde pertenecía. Aún así, sonrió para él, porque corroboraba lo que decían.

Matarlo no era tarea fácil. Pero apenas era un abrebocas con él. En ese momento, sólo medía terreno. Con todos. Incluso el que estaba detrás del atril.

—Siempre he pensado que nuestro país necesita dirección. Y esa dirección no puede venir de alianzas sentimentales ni de impulsos personales —dijo Lang, pronunciando cada palabra con una calma tan calculada que era casi un golpe directo hacia sus contrincantes. —En PACTO proponemos un plan de inversión estructural que asegure el crecimiento sostenido. No promesas de estabilidad, sino garantías reales.

Julián asintió con lentitud, aunque el brillo de sus ojos era el de alguien que solo estaba esperand
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