Al terminar de comer con González nos marchamos a casa, quería estar con mis hijos lo más que pudiera, no podía dejar de pensar que igual mañana sería la última vez que los vea y se me parte el alma. Antes de entrar por el edificio James me para un segundo para hablar.
— Emma.
— ¿Sí?
— Quizás mañana sea el fin de todo, quiero que sepas que te quiero —se me encoge el corazón—. Siempre serás mi hermana pequeña y pase lo que pase siempre te protegeré.
— James… lo dices cómo si fuera la ultima vez que nos vamos a ver.
— Puede que sea así —le miro seriamente—. Mañana cuando me enfrente a Vitale no sé qué pasará, quizás acabe como papá.
— No digas eso —le abrazo con todas mis fuerzas.
— Quiero que me prometas una cosa —dice misterioso.
— ¿El qué?
— Me tienes que prometer que te quedarás en casa con los demás —¿Qué?
— ¿Qué estás diciendo?
— No quiero que vengas —me mira fijamente—. No puedo permitir que mueras tu también.
— No piensas morir y y