Pruebas.
Duval estaba de pie junto a Luciano, erguido como una sombra imponente que parecía envolverlo en una falsa sensación de seguridad.
Sin pronunciar palabra, le dirigió una mirada fría y penetrante a Luciano, un gesto autoritario que no necesitaba voz.
Ese simple vistazo bastó para que Luciano, por primera vez, se hundiera en su silla como un niño regañado, con el orgullo hecho trizas y un temblor apenas perceptible en sus manos.
Duval dio un paso adelante, inhalando profundamente para imponerse sobre el caos.
Su voz resonó firme y modulada, la de un hombre acostumbrado a manejar tormentas, consciente de que estaba a punto de perder terreno y decidido a recuperarlo a cualquier precio.
—Su señoría —comenzó con un tono solemne que buscaba imponerse por encima de la agitación de la sala—, mi cliente ha sido víctima de una campaña de difamación cuidadosamente orquestada. Es evidente que los videos y audios presentados por la contraparte han sido f