capitulo 7

Estoy sentada en mi habitación, esperando a que llegue Paolo para llevarme a la famosa cita con la psicóloga. Llevo puesto un pantalón y un crop top, junto con una chaqueta para el frío.

-Mi niña, el señor Lombardi la espera abajo - habla Matilda, la nana.

-Gracias, nana, - tomo mi bolso y bajo las escaleras hasta encontrarme a Paolo viendo unos papeles.

-¿Vamos? - Este me mira, pero no dice nada, solo se da la vuelta y camina hacia la entrada.

Estoy sentada en una silla gigante y al frente de mí está la psicóloga Diana, esperando a que cuente algo.

-¿No quieres hablar, Mia?

-Es algo complicado, doctora. Yo sufrí de estrés fuerte cuando era más joven y a raíz de eso vinieron mis problemas con la comida. Mis padres murieron y yo quedé completamente sola, eso me marcó mucho.

-¿Y ahora qué hizo que volvieran tus problemas?- Quería decirle a la doctora que el causante de todo era Paolo, que él me tenía secuestrada y que había abusado de mí, pero antes de entrar me amenazó, así que tengo miedo.

-No puedo decirle.

-¿Por qué no? -  Me levanto como un resorte.

-Mejor terminemos aquí. - Ella suelta un suspiro.

-Mira, Mia, quiero ayudarte, pero si tú no te abres conmigo, será muy difícil hacerlo.

-Mire, doctora, mi vida es una m****a. Alguien se encargó de terminar de cagarse en mi vida y dudo mucho que eso se pueda reparar. - Salgo del consultorio y veo a Paolo esperándome.

-¿Cómo te fue? - Paso derecho, pero antes le digo:

-Como la m****a. - Llegamos al estacionamiento y él conduce, pero antes paramos a comer.

-¿Qué ocurrió en la consulta que te tiene molesta? - Pregunta Paolo.

-Sabes, no entiendo por qué me dijiste que fuera si no puedo hablar nada.

-Mia, no quiero tener problemas contigo.

-Pues ya los tienes. - Su celular empieza a sonar y veo que está el nombre de Rose. Este de inmediato contesta, dejándome sola.

-Maldito. - No sé por qué siento celos si debería odiarlo por todo lo que hizo. Él vuelve a entrar, pero llega con una cara de perros.

-¿Pasa algo?

-No preguntes y vamos. -Toma con algo de fuerza mi brazo y me saca arrastras del lugar.

-Paolo, me lastimas. - Subimos al carro y este comienza a manejar endemoniado. Al llegar a casa, él se mete a su despacho y, a los 20 minutos, empiezo a escuchar cómo todo se quiebra, así que corro para ver qué pasa. Pero fue grave error.

-¿Qué mierdas haces aquí? - Grita Paolo furioso.

-Quería saber si estabas bien - digo con voz tímida.

-Largo, m*****a - Sus palabras están llenas de odio, lo que hace que me quede en shock, pero reacciono al ver cómo este lanza su vaso de vidrio cerca de mí, haciendo que varios vidrios salten y me lastimen.

-¡Eres un animal! -  Cuando intento salir, este toma de mi cabello y lo jala, haciendo que retroceda.

-¿Qué dijiste? -Me voltea con fuerza y luego siento una fuerte cachetada.

-Ten respeto conmigo, Mia, no abuses - Toco mi mejilla asustada.

-Vete a la m****a - Subo corriendo y me encierro en la habitación, dejándome caer por la puerta.

-¿Qué pasó?... Todo iba tan bien - Escucho cómo empiezan a golpear la puerta.

-¡Abre, m*****a! ¡No me hagas tirar la puerta! - Paolo trata de tumbarla por un buen rato, pero falla. Entonces dejo de escuchar ruido y me da una tranquilidad. Me tiro a la cama y comienzo a llorar hasta quedarme dormida.

Siento unas manos recorrer todo mi cuerpo. Me levanto de golpe y me asusto al ver a Paolo sentado encima de mí con una sonrisa que da miedo.

-¿Qué haces, Paolo? -Digo asustada.

-Si no la puedo tener a ella, entonces te voy a poseer a ti hasta que se me dé la regalada gana - Este comienza a tocarme y a besarme de una manera brusca.

-¡Ya suéltame!- Me muevo, pero lo único que logro es que este me dé un golpe en la cara.

-¡Quédate quieta, quiero gozar! -Retira mi ropa, rompiéndola, y cuando intento ver su mirada, veo que no hay nada.

-No lo hagas - Digo con lágrimas en los ojos, pero a él no le importa. Entra en mí con violencia mientras da golpes a mi cuerpo y así se la pasa toda la noche entre golpes y violaciones por parte de Paolo.

Despierto sintiendo dolor en todo mi cuerpo, pero en especial en mi cara. Me levanto con cuidado y cuando me veo al espejo, varias lágrimas salen mientras suelto sollozos. Me meto a la ducha y comienzo a tallar mi cuerpo intentando sacar toda la violencia recibida anoche. Me sumerjo en el agua tratando de borrar ese momento. Escucho unos golpes.

-Mia, te quiero en media hora lista. Ponte ropa formal. - No respondo nada, pero salgo y me coloco lo que él me pidió.

Tapo los golpes con maquillajes y bajo las escaleras.

-¿Qué desayunarán? - Dice la nana, pero Paolo aún no me mira.

-Yo nada, gracias - Ahora sí la mirada de Paolo se posa en mí.

-Tienes que comer - Habla lanzando una mirada amenazante, así que tomo una manzana y la empiezo a comer.

-Contento - Este bufa y salimos de la casa.

-¿A dónde vamos? - Pregunto intrigada.

-Vamos a mi empresa, querías hacer algo, pues trabajarás como mi asistente personal - No quería esto, quería estudiar diseño de modas.

-Está bien - Llegamos al edificio y subimos en el ascensor bajo la atenta mirada de todos, pero a él

- Está bien. Llegamos al edificio y subimos en el ascensor bajo la atenta mirada de todos, pero a este parece no importarle. Entramos a una enorme oficina y este me indica que me siente.

- Bueno, trabajarás para mí. Pero hay reglas: nada de desobedecer. Si intentas escapar, irá peor. Y por último, nada de hombres. Tú eres mía. - Toma mi cara y hace que lo bese, pero como estoy tan lastimada, suelto un gemido de dolor. Él me suelta.

- Te llevaré a tu oficina. - Yo asiento y me levanto hasta llegar a una linda oficina con una preciosa vista a la ciudad.

- ¿Te gusta? - Pregunta Paolo mirándome.

- Sí, es muy linda.

- Perfecto, déjame que te instales. Ahora te mandaré lo que tienes que hacer. - Comienzo a organizar algunas cosas hasta que siento unos golpeteos en la puerta.

- Hola, ¿tú eres la nueva, verdad? - Aparece una chica castaña de estatura mediana y ojos café.

- Sí, me llamo Mia.

- Hola, Mia. Mi nombre es Samanta. - Ella extiende su mano y yo la recibo.

- Mucho gusto, Samanta.

- ¿Qué te parece ir a almorzar juntas?

- Claro, me encantaría.

- Perfecto, a la 1 pm te espero abajo. - Ella sonríe y sale de la oficina.

A la 1 pm voy a la oficina de Paolo y toco la puerta, escuchando un "adelante".

- Hola, Paolo, quería decirte que voy a almorzar con una compañera. - Él me mira y frunce el ceño.

- ¿Qué compañera?

- Se llama Samanta, la acabo de conocer. - Digo algo temerosa.

- Espero que sea verdad lo que me estás diciendo. No te quiero cerca de ningún hombre, recuerda que te vigilo, Mia.

- No tienes por qué tratarme así. - Salgo dando un portazo a la puerta y bajo las escaleras hasta llegar a recepción y encontrarme con Samanta.

- Hola, vamos. - Ella asiente y vamos al restaurante.

- ¿Qué quieres pedir? - Pregunta Samanta.

- Me puedes dar una ensalada con un vaso de agua. - Samanta me mira asustada.

- ¿Solo comerás eso?

- Sí. - Digo apenada.

- Oye, no quiero ser metida, pero estás muy flaca. Deberías comer más, aunque eres hermosa.

- Gracias, Samanta. ¿Qué te parece si pedimos un postre después? - Ella asiente mientras comenzamos a hablar de nuestras vidas, aunque omito la parte donde digo que estoy secuestrada.

- ¡Fede! - Grita Samanta mientras abraza a un joven de unos 20 años, muy apuesto.

- Hola, Sam, ¿cómo estás?

- Bien, Fede. Mira, te presento, ella es Mia. Mia, él es Fede, mi mejor amigo y trabaja aquí. Es contador. - Él extiende su mano y luego me da un beso en la mejilla, cosa que me hace sonrojar.

- Un placer, Mia. - Me sonríe.

- ¿Te quedas con nosotras, Fede? - Pregunta Samanta.

- ¡Claro! - Federico es muy gracioso. Todo este rato nos hizo reír a ambas, pero veía que en ningún momento me quitaba la mirada de encima.

- ¡Mia! - Escucho una voz que conozco perfectamente, haciendo que me sobresalte.

- Con que aquí estabas. - Paolo me mira con cara de asesino y luego mira a Federico.

- Señor, buenos días. - Dicen ambos.

- Buenos días. Veo que ya conocieron a MI novia. - Ambos me miran y veo cómo Paolo mira a Fede fulminándolo con la mirada.

- Sí, señor, muy bonita. - Dice Samanta sin saber qué hacer.

- Bueno, amor, vamos, hay trabajo que hacer. - Yo asiento.

- Adiós, gracias por el almuerzo. - Ambos subimos, pero puedo ver lo tenso que está, y cuando entramos a su oficina, siento un ardor en mi mejilla cuando este me cachetea.

- ¿Qué mierdas fue lo que te dije...?

- Dios, cálmate, no hice nada. - Este toma mi cabello haciendo que suelte un grito.

- ¡Por qué nunca haces caso!

- Me lastimas. - Chillo mientras este comienza a dar besos en mi cuello y luego a chuparlo, dejando marcas.

- ¡Tú eres mía, entiéndelo! - Me suelto como puedo y ahora la que da el golpe soy yo.

- Vete a la m****a. - Cuando voy a salir, este me toma otra vez del cabello y en un ataque de ira me empuja, haciendo que tropiece y me pegue en la punta de una mesa. Siento un profundo mareo junto con dolor de cabeza y al tocarme la parte donde me duele, veo que tengo sangre en los dedos. Paolo, al ver la sangre, palidece y corre hacia mí.

- ¡Dios mío, Mia, tranquila, ya llamo a un médico! - Siento mis ojos pesados, así que los cierro, escuchando cómo Paolo grita pidiendo que no me duerma, pero es inútil. Me dejo llevar por la oscuridad...

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo