Despierto con un fuerte dolor de cabeza, lo que me hace abrir los ojos. Veo a mi alrededor y sé que estoy en mi cuarto, o bueno, en el que comparto con Paolo. Toco mi cabeza y siento algo en la parte de atrás, pero no sé qué es.
- Oye, no te toques - entra Paolo con una bandeja de comida.
- ¿Qué me pasó? - este me mira y veo en su cara culpabilidad.
- Te caíste - solo dice eso.
- Pero ¿cómo? - se sienta y me pasa una sopa de pollo.
- Tropezaste en la oficina y te diste con la punta de una mesa - no puedo creer lo torpe que soy.
- Vaya, qué torpe soy - observo a Paolo y no sé por qué lo veo más atractivo de lo normal. Su pelo está alborotado y su camisa de botones está medio abierta, dejando ver su perfecto cuerpo.
- ¿Qué tantas miras?
- A ti - dios, cómo se me suelta eso, mis mejillas se ponen coloradas y veo cómo este sonríe.
- ¿Qué tanto ves? - dice con su tono sexy y varonil. Dios, ¿qué me pasa?
- Lo sexy que eres - oh, mi dios, ¿por qué estoy diciendo esto? Algo me debier