Capítulo 4

Sonreí ante esa información. Troy, no era ningún amargado, aunque últimamente se veía algo retraído, serio, lejano, no compartíamos como generalmente lo hacíamos, en fin, esperaba verlo en navidad y poder platicar con él tal como antes.

—Saludas a ese par de idiotas de mi parte.

—Con gusto...Theo, tus padres acaban de llegar.

—Gracias Amanda, por favor comunícame con mi madre.

Conversé con mamá alrededor de media hora, preguntó el mínimo detalle de mi nuevo hogar, universidad, compañeros, parecía detective. Con papá fue más práctica la conversación.

Cuatro semanas transcurrieron, sentía que el tiempo pasaba volando en ese país. Mantenía comunicación con la familia, todo marchaba tranquilo, algunas veces Victoria llegaba sin pedir permiso a mi mente, la extrañaba un poco, sin embargo decidí darle espacio desde la ruptura, algo me decía que ella se encontraba feliz y con alguien porque no había recibido correo o mensaje alguno de su parte.

Me dividía entre la universidad, las fiestas a las que me invitaban nuevos amigos y el loco de Nick, era increíble como en cuatro semanas nuestra amistad se había hecho más estrecha, me llevó a conocer a su familia quienes me recibieron atentos, haciéndome sentir en casa. Al principio se sintieron cohibidos con la presencia de mi escolta Ernest, no era de mi agrado haberlo llevado, sin embargo eran órdenes estrictas de mi padre, Nick podía ser un buen amigo para mi, para papá era un recién conocido y no confiaba del todo en él. Al regresar a la ciudad, dejamos a Nick en casa de su nueva conquista, yo decidí ir a la universidad un rato, quería adelantar un trabajo de Historia Económica Mundial y en la biblioteca encontraría el material necesario.

Estaba un poco triste, pensé en Tori, quien había terminado conmigo luego de nuestra graduación, había imaginado un futuro con ella cuando le pedí ser mi novia, pero con el pasar de los meses supe que no éramos la pareja ideal, que no éramos el uno para el otro, y que éramos totalmente diferentes. A Tori, le apasionaban los autos, las carreras, cuando hablaba de eso, ignoraba lo demás cercano a ella, incluso a mí, fue cuando me di cuenta que no me amaba realmente y que por otro lado, lo que yo deseaba era tenerla en la cama, nada más, sin embargo, seguí la relación, nos divertíamos, ella se había convertido en una especie de aliada, era bromista, orgullosa, de mal carácter, pero con una gran amiga con la que podía contar para cualquier inconveniente.

No debió asombrarme el hecho de que terminara conmigo, sin embargó pensaba que mi ego machista fue golpeado abruptamente porque fue ella quien me dejó, no obstante no podía desearle mal, jamás lo haría, todo lo contrario, además seguía siendo mi amiga pese a la distancia y tiempo, una que quería tanto, una demasiado especial.

***

Me enfoqué en lo que había ido a buscar a la biblioteca y dos horas después sin pensarlo terminé el trabajo. Caminé un rato por el campus de la universidad para matar el tiempo cuando una chica tropezó conmigo.

—Dis...culpa. ¿Te hice daño? —preguntó bajo. De inmediato me cautivó, esos ojos cetrinos brillantes tras esos lentes de vista con pinta de nerd, sin embargo no podía negar que era bonita.

—No, realmente fui yo quien colisionó por estar distraído. ¿Te encuentras bien? —empleé una voz de macho alfa.

—Si... gracias —respondió, bajando la vista, porque yo la penetraba con la mía.

—Me... llamo Scarlet Kirchner, soy nueva y me siento algo perdida —dijo, colocando con inocencia un mechón de su cabello rubio tras su oreja.

—Bueno, te informo que es tu día de suerte. Seré tu guía hoy. Mucho gusto, me llamo Theodore Bourke—ella sonrió fascinada.

—Un gusto Theo. ¿Puedo llamarte de esa manera? —un pensamiento oscuro se atravesó en mi mente, llevarme a la cama a la dulce Scarlet y estar con ella de todas las formas posibles en mi apartamento. No me habían pasado desapercibidos sus pechos voluptuosos a través de su blusa escotada e insinuante, promocionando a sus amiguitas.

—Puedes llamarme como prefieras —le guiñé un ojo y ella volvió a bajar la vista. Comenzamos a andar para enseñarle el resto de la universidad

—¿Que estudias?

—Ciencias Empresariales.

Scarlet, se detuvo regalándome una enorme sonrisa, reacomodando sus lentes que habían bajado un poco.

—¡Yo también! He llegado con un mes de retraso porque estuve enferma.

—Lamento escuchar eso. ¿Cómo te encuentras ahora?

—Perfectamente. Me alegra haberme tropezado contigo, porque así podrás ponerme al día con las últimas clases.

—Nada me agradaría más.

—Perfecto, muchas gracias, Theo.

—De nada preciosa. Continuemos el recorrido para que te familiarices con el lugar y dime, ¿te quedas acá o vives aparte?

—Viviré acá, papá no aprueba que una chica viva sola.

—No entiendo porque los padres son tan sobre protectores con los hijos y exageran un poco con las mujeres.

Ella se encogió de hombros y me miró con esos ojos verdes encantadores.

—Supongo que es por instinto.

Observó su reloj blanco y soltó un suspiro.

—Debo volver al dormitorio ¿Podemos continuar mañana con el recorrido?

—Seguro.

—Gracias de nuevo.

Me tendió su mano pequeña con uñas perfectas y sin pintura. Se la tomé y la llevé a mis labios para besarla, ella la retiró rápidamente, sin embargo sonrió apretando los labios.

Desde aquella tarde que conocí a Scarlet, fuimos inseparables, tanto, que Nick se quejaba de que me había vuelto una marioneta por esa chica, tal vez eso pensaba mi buen amigo, algo extraño en esa mente perversa que poseía, lo cierto era que Scarlet me gustaba demasiado y qué decir de ella, le ocurrió lo mismo conmigo sin embargo más que gustarme lo que deseaba como nada en aquel momento era saborear su cuerpo completamente, pero ella era una especie de monja con ganas de no continuar en el celibato, ella quería más seriedad y compromiso, así que como el "buen" tipo que era le pedí que fuera mi novia, a toda costa haría lo que fuera por meterme en su cama.

—Así que hoy —Nick hizo un movimiento vulgarmente asqueroso con su cuerpo, reí fuertemente, no estaba lejos de la verdad —tendrás sexo con la cerebrito —dijo maliciosamente mientras sorbía un trago de su cerveza, nos encontrábamos en un bar no muy lejos de la universidad. Él le había otorgado ese apodo ya que en verdad Scarlet era muy inteligente y era la más destacada en clases.

—Si quieres lo gritas, idiota —me burlé.

—El que va a gritar y como gorila va ser otro.

—No sabes cuánto lo ansío.

—No entiendo porque juegas a ser un príncipe encantador con esa chica si puedes ser un cerdo plebeyo con Priscilla.

—Hermano, por la sencilla razón de que Priscilla ya ha recorrido mucho "camino". Scarlet, no creo que sea ninguna virgen sin embargo estoy seguro que no ha estado con muchos hombres.

—Ahora te crees un gurú del sexo.

—Búrlate, es mi punto de vista.

—Y tremendo punto de vista... ¡ya, mejor brindemos por las futuros días de sexo con la cerebrito!

—¡Salud!

Salí del bar un poco agitado. Ernest, esperaba en el estacionamiento, y debido a que había tomado un poco no me expondría a conducir en ese estado.

—Señor —saludó serio el guardaespaldas y chofer de confianza.

—Ernest —asentí —nos dirigimos de vuelta a la universidad, voy a recoger a Scarlet y de allí a mi departamento.

—Entendido señor.

Ernest, ya conocía a Scarlet y estaba seguro que poseía la suficiente información respecto ella, yo sabía lo necesario: tenía un hermano mayor y padres divorciados de buena posición económica. Ese era el trabajo de Ernest, encargo de mi padre. Lo mismo ocurrió con mis hermanos mientras estudiaron sus respectivas carreras universitarias, no le vi la gran importancia al hecho de que nos cuidara de esa manera sin embargo nunca protesté.

Caminé apresurado hasta llegar a los dormitorios del campus, cuando visualicé a la chica rubia viniendo hacia mí. Lucía, comible. No traía sus lentes de vista, todo lo contrario, llevaba lentillas de contacto.

Nos paramos frente a frente, ella era un poco baja.

—¡Hola, Theo! —dijo a medio reír.

—Hola, señorita. Te vez adorable —ni loco le diría que su cuerpo me gritaba en ese instante que me la llevara lo antes posible a la cama.

—Gracias —puntualizó con una sonrisa.

—¿Lista para marcharnos?

—¡Listísima! —expresó demasiado entusiasta, tomando mi brazo y recostando su cabeza en mi brazo suavemente.

—Andando entonces.

Rato después ya nos encontrábamos en el departamento, ella miró a detalle cada mueble o adorno de este, no era la primera vez que lo visitaba, tal vez eran sus nervios, sus ojos viajaban curiosos por toda la estancia. Preparé unas bebidas observándola, y pese a mis locas ganas de sexo reflexioné, no quería obligarla a nada.

—Hey... —la llamé mientras sostenía uno de los portarretratos de mi familia.

—¿Si? —caminé hasta ella con las bebidas en mis manos, las coloqué en la mesa de centro de los muebles. Quité la foto de sus manos para regresarla a su lugar y tomé sus manos.

—Ultima vez, ¿seguro quieres pasar la noche conmigo? Créeme, puedo esperar —por favor no digas que no o terminaré dándome placer a mi mismo esta noche. Era demasiado tarde para buscar a Priscilla o cualquier otra. Ella colocó una mano en mi mejilla.

—Ciento por ciento segura, Theo.

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