Doria llevaba una maleta en sus manos, y la dejó en el suelo, cuando corrió a acercarse a Lana
—¡¿Cómo estás, pequeña?! ¡Mírate! Demacrada, y débil, ¿Qué te hizo la bestia de Aaron Greene?
—M hermano no hizo nada.
—No estoy hablando contigo
—¡Cállate, madre! Te prohíbo que hables así a Larissa, ella es hermana de Aaron, mi amiga y mi hermana.
—¡Ella es solo una arrimada en esta casa! No olvides tu lugar, Larissa, esta casa es de la señora Greene, y mi Lana lo será, pues ya lleva al heredero de Aaron en su vientre.
Lana la miró con furia
—¡Lárgate de aquí!
—¡Claro que no! He venido a cuidarte, a ti y a mi nieto Greene, por eso estoy aquí.
Lana sentía sus caricias sobre su rostro, y en lugar de sentirse protegida, sentía rabia
—Yo las dejo solas, para que platiquen.
Larissa se fue deprisa, con Pía, estaban incómodas
—¿Cómo es que vino esa mujer? Ella vendió a su hija a la señora Dakota, sin importarle nada —dijo Larissa
—Esa mujer vendería su misma piel al diablo, haría todo