Cuando regresaba a su alojamiento, escuchó a dos empleados susurrando que alguien importante estaba exigiendo responsabilidades desde arriba, e incluso había dado una orden terminante: si no encontraban a la persona desaparecida, todos perderían sus empleos.
¿Qué tipo de influencia, qué respaldo, qué poderoso patrocinador se necesitaba para conseguir algo así?
Carmen sentía que le hervía la sangre y casi quería salir corriendo para gritar a esos dos: ¡No tiene ninguna maldita influencia ni respaldo! ¡Es solo una mercancía de segunda mano que mi hermano usó y luego desechó!
Ahora que Mateo llamaba, instintivamente pensó que era por Lucía.
—¿Acabas de decir que Lucía ha desaparecido? ¿Cómo es posible? ¿Dónde estás ahora? —Mateo se incorporó bruscamente, apretando la copa con tanta fuerza que casi la rompe.
Carmen quedó desconcertada: —...Entonces, ¿no llamabas por lo de Lucía?
Con los ojos enrojecidos, Mateo respondió palabra por palabra: —Responde primero a mi pregunta. ¿Por qué ha desa