Lucía: —Los hábitos pueden cambiarse.
—Para otros quizás, pero contigo no quiero cambiarlos.
Al salir del restaurante, Lucía y sus dos compañeros se dirigían en la misma dirección. Talia sacó su teléfono para pedir un taxi cuando una Mercedes Benz ejecutiva se detuvo frente a ellos. La ventanilla bajó y Jorge dijo: —Suban, los llevo a casa.
Talia miró a Lucía buscando su aprobación.
Jorge sonrió: —Es difícil conseguir taxi aquí. Sin mi ayuda, podrían tardar dos horas en llegar a casa.
Carlos permaneció en silencio, evidentemente consciente de la situación. Talia miró su teléfono: había 216 personas en la cola. Dos horas era una estimación optimista...
Lucía: —Subamos entonces. Gracias por la molestia, señor Fernández.
Jorge sonrió de lado: —No hay de qué, Luci.
Según el GPS, Lucía debía bajar primero, luego Talia y finalmente Carlos. Sin embargo, en un cruce donde debían girar a la derecha, Jorge se equivocó de carril y tuvo que seguir recto. El GPS recalculó la ruta: ahora Talia bajar