Al notar el escrutinio de Carlos, Jorge lo miró discretamente, con una mirada que se volvió más profunda.
—Por favor, siéntense.
—Gracias.
Talia y Carlos se sentaron junto a Lucía. Jorge llamó al mesero: —Traiga dos juegos más de cubiertos y que la cocina prepare dos platos adicionales.
—¿Alguna preferencia para los platos? —preguntó el mesero mirando a los recién llegados.
Talia: —Con carne.
Carlos: —Sin mariscos.
—Entendido —el mesero se retiró, cerrando la puerta tras de sí, dejando solo a los cuatro en el reservado.
Jorge miró a Lucía sonriendo: —¿No nos vas a presentar, Luci?
¿Luci?
Talia parpadeó.
Carlos también arqueó una ceja.
Lucía, sin cambiar su expresión: —Son mis compañeros, Carlos y Talia —luego señaló a Jorge—: Mi amigo, Jorge.
—Luci nunca me invita, pero esta vez es una excepción, así que ¿qué problema tienen?
Dijo "tienen", no solo refiriéndose a Lucía. No se podía negar su aguda perspicacia.
Talia y Carlos intercambiaron miradas, sin decir nada.
Lucía: —Yo lo explico.