Capítulo 405
El puñetazo de Mateo rozó el pómulo de Jorge con un golpe sordo.

Cuando Mateo levantó el puño para dar un segundo golpe, Jorge lo agarró del cuello y lo empujó con fuerza, casi haciéndolo caer. Jorge aprovechó para retroceder y crear distancia.

—¡Ay! —se tocó el pómulo, que le dolía intensamente—. ¡¿Qué demonios te pasa, Mateo?!

—¡Te lo mereces!

Jorge soltó una risa fría. Viendo la furia en el rostro de Mateo y la dirección de donde venía, entendió inmediatamente el motivo. Su sonrisa se volvió más provocadora: —¿Lo viste todo?

Mateo levantó el puño otra vez, sus ojos inyectados en sangre.

—¿Qué pasa? ¿No lo soportas? En el futuro habrá innumerables escenas como esta, incluso más intensas. ¿Qué piensas hacer? ¿Golpearme cada vez que me veas? —Jorge hizo una pausa—. Pero es inútil. ¿Acaso tus golpes pueden evitar que suceda?

El pecho de Mateo subía y bajaba agitadamente. Si las miradas mataran, Jorge habría muerto mil veces. De repente, pareció calmarse: —¿Lucía ya aceptó estar contigo?
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