**KLAUS**
Todo salió a la perfección, exactamente como lo había planeado. Salimos del país sin inconvenientes, sin contratiempos, sin rastros que pudieran delatarnos. La chica lo supo hacer bien, incluso mejor de lo que esperaba. Siguiendo cada instrucción con precisión, sin dejar que el miedo la paralizara. Me impresionó su determinación, la forma en que, sin mirar atrás, dejó todo atrás sin dudar.
Ahora, mientras la observo, veo en su mirada algo distinto. Ella va fascinada, con una luz en los ojos que no tenía cuando estaba atrapada bajo el control de su padre. Es como si por primera vez estuviera respirando aire puro, sintiendo el mundo con libertad. Pero sé que esta euforia es solamente el comienzo. La sensación de escape, de independencia, puede ser embriagadora al principio. Y mi trabajo, ahora, es asegurarme de que esa emoción se transforme en algo más profundo.
Ella necesita estabilidad y seguridad. Necesita sentir que todo lo que ha dejado atrás no es un vacío, sino el inicio de algo mucho más grande. Y ahí es donde entro yo. Mi papel no termina con ayudarla a huir. Ahora comienza la verdadera tarea: hacer que se acostumbre a depender de mí completamente. Convertirme en su única certeza, en la persona a la que recurre para todo. Cada decisión, cada necesidad, cada pensamiento… poco a poco, deben estar ligados a mí.
No se trata solo de protegerla, sino de construir un entorno en el que ella sienta que no tiene que buscar más allá de mí para sentirse completa. Sé cómo hacerlo, cómo manejar cada situación para reforzar esa dependencia. Todo sigue un plan, uno que se ha ido desarrollando desde el momento en que comenzamos a idear su escape.
Y ahora, con ella a mi lado, con su confianza depositada enteramente en mí, sé que el siguiente paso será aún más importante. No puedo dejar que dude, que la incertidumbre la haga cuestionar su nueva realidad. Debo ser su guía, su refugio, su única opción. Pero en este juego, la clave no fue la huida, sino lo que viene después. Y todo, absolutamente todo, está bajo mi control. El viaje apenas comienza, pero el destino final ya está trazado. Y no hay vuelta atrás.
Me acomodé en mi asiento y dejé escapar un leve suspiro. Todo lo que habíamos hecho hasta ahora era solo el comienzo. Lograr que escapara fue el primer paso, pero ahora empezaba el verdadero trabajo. Tenía que fortalecer su confianza en mí, hacer que viera que yo era la única persona capaz de protegerla, de darle lo que realmente necesitaba.
Observé su perfil, la forma en que sus labios se curvaban apenas en una sonrisa cuando veía el cielo abierto. Me complacía saber que su mente aún no cuestionaba nada, que seguía sintiendo esa fascinación por la idea de libertad que le había prometido. Mientras ella creyera que estar conmigo era la mejor opción, todo seguiría yendo según lo planeado.
Me incliné un poco hacia ella y hablé con calma, mi voz llena de seguridad. —¿Te sientes bien?
Ella giró levemente el rostro hacia mí, sus ojos reflejando una mezcla de emoción y nervios. —Sí. Es extraño, pero se siente bien.
Sonreí, dándole la confianza que necesitaba en este momento. —Te dije que todo iba a salir bien. Ahora es solo cuestión de que te acostumbres a esta nueva vida.
Ella asintió, y yo volví a apoyarme en el asiento, satisfecho. El primer obstáculo había sido superado. Úrsula estaba aquí, lejos del control de su padre, lejos de Mirella y de todas las reglas que habían intentado encerrarla. Ahora, únicamente quedaba reforzar lo que habíamos construido. Poco a poco, ella dependería de mí por completo.
Y cuando el momento llegara, cuando su padre se diera cuenta de que su control sobre ella se había desvanecido, yo estaría listo para tomar la siguiente jugada. Pero este no era solo un escape. Era una victoria calculada. Y el juego apenas comenzaba.
El viaje fue largo y agotador en todos los sentidos, pero, aun así, nunca permití que Úrsula sintiera el peso de la distancia. Desde el momento en que dejamos Alemania, me aseguré de que cada paso, cada detalle, estuviera bajo control. Su confianza en mí era absoluta, y no tenía la menor intención de defraudarla.
Las escalas, los trámites, el cansancio acumulado… todo era parte del proceso de dejar atrás su antigua vida. Las luces frías de los aeropuertos, el constante murmullo de viajeros apresurados, la interminable espera entre vuelos, todo podía haber sido agobiante. Pero cada vez que veía el cansancio en su rostro, me aseguraba de aliviarlo de alguna manera.
—Tienes sed.
—Un poco.
Le conseguí algo de beber cuando su voz se volvió más baja por el agotamiento. Le ofrecí mi chaqueta cuando noté que el frío del avión la incomodaba. En cada momento en que su mirada parecía perderse entre la ansiedad y el cansancio, le hablaba, le recordaba que esto era solo un paso más hacia algo mucho mejor.
—Ya vamos a llegar.
— Todavía falta. —se quejaba como una niña pequeña. Estaba agotándome.
Cuando finalmente aterrizamos en Las Vegas, el cambio fue inmediato. La energía de la ciudad lo llenaba todo: el ruido, las luces, el ambiente que parecía nunca detenerse.
Salimos del aeropuerto y sentí cómo ella observaba todo con fascinación, con esa chispa en los ojos que me confirmaba que estaba exactamente donde debía estar.
—Bienvenida al estado que nunca duerme, —le dije con una sonrisa, observando cómo se perdía en el espectáculo de la ciudad.
Ella giró hacia mí y esbozó una sonrisa cansada, pero llena de emoción. —Nunca pensé que estaría aquí… nunca pensé que lo lograría.
—Lo lograste, —afirmé con certeza, colocando una mano en su espalda mientras caminábamos hacia nuestro transporte. —Y ahora empieza lo mejor.
Sabía que este viaje no era solo una aventura. Era el primer paso para asegurarme de que Úrsula se sintiera completamente libre, pero también completamente dependiente de mí. Era mi trabajo hacer que esta nueva vida fuera todo lo que ella había soñado, todo lo que necesitaba para convencerse de que conmigo tenía todo lo que alguna vez pudo desear.
Las luces de Las Vegas iluminaban la noche con su brillo incansable, y mientras avanzamos por la ciudad, supe que todo estaba saliendo a la perfección. Estaba cansada, sí, pero también estaba feliz. Y eso era exactamente lo que necesitaba que sintiera. Porque mientras ella siguiera viéndome como su único refugio, como la única persona capaz de darle todo lo que su antigua vida le negó, cada paso de mi plan seguiría avanzando sin obstáculos.
**ÚRSULA**El sonido del cristal rompiéndose resonó en la sala como un grito contenido. Allí estaba él, Klaus Weber, de pie entre los fragmentos de una copa caída, con esa mirada que combinaba arrogancia y misterio. Desde el momento en que nuestros ojos se cruzaron, supe que mi vida, tan ordenada y predecible, estaba a punto de incendiarse. Pero lo que no sabía era si él sería la chispa que me consumiría o el fuego que finalmente me liberaría.Diego, mi padre, lanzó una mirada severa hacia Klaus, pero él no se inmutó. Parecía tan seguro de sí mismo, incluso mientras un camarero apresurado intentaba limpiar los cristales bajo sus pies. Mi padre siempre tenía una habilidad especial para juzgar a las personas, y con Klaus, su expresión era clara: desconfianza absoluta. Yo, sin embargo, no podía apartar la vista de él. Había algo en su manera de estar allí, como si no perteneciera, pero, al mismo tiempo, dominara por completo la sala.—¿Estás bien? —pregunté impulsivamente, ignorando la m
*KLAUS*En el mundo de los juegos me conocen como El Tiburón del Póker, un título ganado a pulso. Invencible y despiadado con los tramposos, mi éxito me ha otorgado riqueza y poder. Poseo una gran mansión, autos lujosos y una vida de excesos. Sin embargo, la felicidad me elude. El pasado me atormenta y, copa en mano frente al ventanal de mi mansión, el peso de mis decisiones me abruma.FLASHBACKEl recuerdo de aquel día permanece indeleble en mi mente, como si estuviera grabado a fuego. Fue un día que lo cambió todo, marcando un antes y un después en mi vida. Papá, sin previo aviso, sin darnos tiempo a reaccionar, tomó una decisión que alteraría el rumbo de nuestras vidas: eligió un camino diferente al nuestro. Y aunque la noticia me golpeó con la fuerza de un huracán, dejándome un profundo dolor en el alma, con el tiempo, llegué a comprender, al menos en parte, que la vida a menudo nos reserva sorpresas inesperadas, giros bruscos que no podemos prever ni controlar.Jamás imaginé, ni
*KLAUS*CONTINUACIÓN DEL FLASHBACKNo pude darle a mi madre un entierro digno. Un vecino improvisó un cajón con reglas, y yo le ayudé a elaborarlo. Lloré amargamente mientras lo hacía, sin encontrar consuelo. Nos regalaron un pedacito de tierra en el cementerio público para poder enterrarla. Todos se fueron cuando ella fue sepultada, pero yo me quedé de pie sobre el bulto de tierra, llorando con rabia como nunca antes. Esa fue la última vez que lloré; mi corazón murió en ese instante, y desde entonces, no existen emociones en mí.Tenía solo once años cuando esa desgracia me alcanzó. Trabajé de todo: lavando autos, botando basura, cortando sácate. A esa edad, mis manos ya estaban llenas de callos. En mi cabeza solo pensaba en vengarme del desgraciado de mi padre. Mi anhelo era encontrarlo y hacerle pagar por todo esto.Un día, no tenía nada que comer. Me senté en la acera frente a un club VIP nocturno, esperando alguna oportunidad para ganar dinero, algún mandado, lo que fuera. Ya habí
*KLAUS*Sabía todo sobre Úrsula Meyer antes de que nuestras miradas se cruzaran por primera vez. Sus gustos, sus rutinas, sus debilidades. Había dedicado semanas a estudiar cada detalle de su vida. Leía cada artículo sobre sus apariciones públicas, analizaba las fotos que publicaban los medios, e incluso aprendí cuáles eran sus flores favoritas: las orquídeas blancas, símbolo de pureza. ¡Qué ironía!Úrsula no era el tipo de mujer que me atraía. Rica, protegida por un padre omnipresente, viviendo en una burbuja de privilegios. No soportaba a las personas que creían que el mundo giraba a su alrededor, las que nunca habían tenido que pelear para tener algo. Pero no estaba allí para dejarme llevar por mis preferencias. Tenía un objetivo, y ella era el camino para conseguirlo.Cuando la vi por primera vez en ese evento de caridad, rodeada de lujos y aduladores, fue como presenciar a un pájaro dorado en su jaula. Se movía con gracia, pero había algo en sus ojos que contradecía su apariencia
*KLAUS*(Suspirando y apartando la mirada por un momento) —Quiero creer que no todo es falso. Aunque, para ser honesta, a veces es difícil saber qué es real. Crecí viendo cómo mi padre ponía el mundo a sus pies, pero me preguntó si alguna vez se detuvo a escuchar lo que realmente pensaban las personas. Es complicado… vivir en medio de tanto ruido y, aun así, sentir silencio.(Observándola con más interés) —Es curioso que lo digas. Desde afuera, tu vida parece perfecta, como la imagen que todos quieren alcanzar. Pero si me permites decirlo, creo que ese silencio del que hablas también puede ser una oportunidad. Para encontrar lo que realmente importa.—¿Y tú? ¿Has encontrado lo que realmente importa? ¿O eres igual que ellos, buscando solo lo que te conviene? —Digamos que tengo claro lo que necesito. Y no me detendré hasta conseguirlo. Pero eso no significa que no pueda escuchar, o entender. Tal vez tú tampoco deberías subestimarme tan rápido.(Me observa detenidamente, sintiendo una m
*ÚRSULA*El aire se sentía pesado, como si cada palabra de mi padre hubiera llenado la habitación con una opresión invisible. Su voz seguía resonando en mi cabeza, cada reproche, cada orden, cada intento de control. Me sentía atrapada, como si estuviera en una jaula que él había construido cuidadosamente a lo largo de los años. Mi postura rígida, con los brazos cruzados, era lo único que me quedaba para mostrarle que no estaba completamente derrotada. Pero por dentro, la furia crecía como un incendio que amenazaba con consumirlo todo.Cuando finalmente se fue, dejando tras de sí un silencio incómodo, me quedé inmóvil. Mi corazón latía con fuerza, y mis pensamientos eran un torbellino de frustración y cansancio. ¿Cuánto más podría soportar esto? ¿Cuánto tiempo más podría seguir siendo la hija perfecta, la que nunca cuestiona, la que siempre obedece? Estaba cansándome, agotándome de ser tan sumisa, de vivir bajo su sombra, de ser moldeada por sus expectativas.Respiré profundamente, int
*ÚRSULA*Klaus me observó con esa mirada suya que parecía atravesar las fachadas, y por un instante me pregunté si había logrado engañarlo. Si podía ver más allá de mi máscara, no lo demostró. Su sonrisa era un poco más sutil de lo habitual, y aunque quería leer algo en mí, me di cuenta de que él también jugaba su propio juego.—Nada mal. —expreso.Mientras intentaba calmar las emociones que luchaban por controlarme, sentí un leve orgullo por haber logrado mantener la compostura. No había retrocedido. No había dejado que él se diera cuenta de que había sido mi primer beso. Pero también me sentí extrañamente expuesta, como si algo en mí hubiera cambiado con ese gesto inesperado.En el fondo, sabía que Klaus era un experto en juegos, y este beso no había sido un accidente. Pero aunque una parte de mí quería analizar sus intenciones, otra, más pequeña, pero más audaz, quería simplemente disfrutar ese momento. No obstante, por primera vez en mucho tiempo, me sentía viva.El sonido de los
*KLAUS*Ahí estaba ella, Úrsula Meyer, siendo arrastrada por su padre como si fuera una niña incapaz de tomar decisiones. Su postura rígida, los brazos cruzados y la mirada que lanzaba al vacío me decían todo lo que necesitaba saber: estaba furiosa. Y esa furia, esa chispa de rebeldía que brillaba en sus ojos, era exactamente lo que yo había estado esperando.Me quedé de pie, con la copa en mi mano, observando cómo subía al coche. No aparté la mirada ni un segundo, deleitándome con la escena. Había algo fascinante en verla luchar contra las cadenas que la ataban, en saber que yo era parte de esa lucha. Había plantado la semilla, y ahora solo quedaba esperar a que germinara. Porque sabía que lo haría. Úrsula no era como las demás. Había algo en ella, algo que la hacía diferente, y yo estaba decidido a descubrirlo… y a usarlo a mi favor.Una sonrisa se dibujó en mis labios, lenta y calculada. No era una sonrisa de triunfo, no todavía. Era una sonrisa de intriga, de anticipación. Porque