**KLAUS**
Yo, en cambio, me quedé. Me giré lentamente hacia Diego, midiendo cada gesto, cada silencio. Levanté una ceja con la misma cortesía con la que otros empuñarían un arma.
—No vuelva a insultar a mi esposa —le dije con voz baja, casi amistosa. Mi sonrisa era tan serena como helada—. No soy un hombre con quien quiera enemistarse, señor Meyer. Créame, no porque le tema… sino porque sé que usted valora el control. Y yo soy el tipo de hombre que se lo quita sin que se dé cuenta.
Él me observó en silencio. Su copa tembló levemente antes de dar un sorbo. Luego murmuró, casi entre dientes: —Vete a la mierda.
No me molesté en fingir disgusto. Al contrario. Sonreí. Con lentitud.
Porque lo había logrado. Ya estaba perdiendo la compostura.
Y un hom