Sarah abrió los ojos y estaba en los brazos de Álvaro en el asiento trasero de su auto.
—¿Cómo te sientes?
—Mareada —contestó simplemente, con los ojos entrecerrados.
—Tranquila, ya vamos a llegar a la casa.
Sarah se apoyó en el pecho de Álvaro y cerró los ojos.
—¿Qué pasa? —Le preguntó él acomodando su cabello.
—No quiero despertar —se quejó.
Él se limitó a abrazarla más fuerte. Sabía que para ella no sería fácil y hoy estuvo liviana la audiencia, incluso extraña. Corta y muy superficial. Tal vez Sebastián estaba muy seguro que simplemente acusarían a Sarah por su palabra, creyendo que todos verían las cosas como él las veía. No fue así. De todas maneras no fue fácil para ella. Saber del amor tan reto