—Ojalá ese tipo se pudra en la cárcel… Él debería estar encerrado —intervino Rosa.
—No digas eso, Rosa —rogó la madre de Álvaro conciliadora.
—Yo he estado demasiado enamorada y mucho tiempo ciega por él. Ahora estoy abriendo los ojos, aunque no es fácil…
—Todavía lo amas —comentó Juliette.
—No lo sé, después de estos días y de lo que ha dicho de mí… no sé. Además, ahora que está involucrado su hijo, me da mucha vergüenza. Él no merece todo esto que está pasando.
—Mi hijo quiere hacerlo, no te preocupes por él.
—No quiero traerle problemas, aunque creo que es un poco tarde para eso.
—¿Problemas? Mi hijo es un especialista en zafarse de ellos. Hoy lo vi bien, un poco suave para sus interrogaciones, si te he de ser sincera, espera a que Sebastián ataque de verdad, porque ahí sí conocerás lo tenaz y voluntarioso que es. A él no se le escapa nada y si hoy estuvo así, por algo será.
Juliette estaba realmente orgullosa de su