El sonido de su celular despertó a Sarah que, adormilada, lo contestó sin mirar quien llamaba.
—¿Aló? —contestó con voz ronca.
—Te desperté…, lo siento —Álvaro hablaba al otro lado de la línea.
—Está bien. ¿Qué hora es? —Sarah se sentó en la cama y se refregó los ojos, apenas podía ver.
—Las cinco y media.
—Uf, ya dormí más de dos horas, eso es demasiado.
—Si quieres sigue durmiendo…
—No, no, de verdad, si duermo más, me despierto de mal humor.
—¿Cómo te sientes?
—Mucho mejor que en la mañana.
—¿De verdad?
—Sí, de verdad, con el almuerzo de Rosa y la siesta, quedé como nueva.
—Y yo te desperté.
“Y fue el mejor despertar&