Mundo ficciónIniciar sesiónMiró su reloj. Las doce y media. Pensar que hacía ya un mes que había muerto Miguel, en cinco días más se haría pública la lectura del testamento, aunque él sabía, exactamente en qué consistía, siendo él, su ministro de fe.
—Familiares de Sebastián Vicuña —una enfermera llamaba por altavoz. David aún no llegaba y él no era familiar.
—Yo estoy con él —dijo Diego en la puerta de ingreso.
—Pase —dijo el guardia.
—Buenas tardes —saludó un doctor de mediana edad—, el señor Vicuña tendrá que ser internado, yo no sé si lo dejarán acá o lo trasladan…
—Lo trasladaremos —contestó con convicción Diego—, haré las gestiones para que lo reciban en la Clínica Las Condes.
—Est&aacu







