MONSERRAT
No sé por qué acepté la cena con Julián. La verdad es que no tenía intenciones de salir esa noche, mucho menos con él. Pero la idea de quedarme con Carlos tampoco me resultaba atractiva. Siempre quiere estar cerca, demasiado cerca, y esa insistencia empieza a asfixiarme. Necesitaba un respiro, una excusa para poner distancia, y Julián apareció justo en ese momento como una salida.
Me preguntó dónde quería ir. Contesté casi sin pensar:
—Tengo ganas de comer pasta italiana.
Sus ojos brillaron con una chispa que no supe descifrar en el