Sheila manejaba apretando el acelerador.
¿Y si Marco resbalaba y se caía en el baño?
¿ Y si su pierna fallaba y se golpeaba la cabeza?
A su mente venían una y otra vez todos los peores escenarios imaginables.
Había sufrido mucho cuando Marco había tenido su accedente, pensando en que había podido perderlo irremediablemente y ahora estaba al borde de la histeria de nuevo.
Llegó al edifico y pidió subir al penthouse. El custodio de la puerta llamó a Marco y le permitieron subir al elevador.
Su pecho estaba lleno de angustia, se sentía desesperada e inquieta.
Le abrieron la puerta y se abalanzó sobre él. Rodeándole el cuello con los brazos y besándole con tal pasión que Marco no supo de qué otra forma reaccionar que no fuese devolviéndole los besos y apretándola por la cintura.
Entrelazando sus dedos en el cabello de ella y hundiéndose en la fragancia a vainilla que lo envolvía.
Ella rompió el beso, rápidamente recorriéndolo con sus manos en busca de lesiones o de sangre. El mied