CAPÍTULO 34. ¿Quieres ayuda con ese vestido?
Debían ser las diez de la noche cuando la familia se despidió y comenzó a retirarse. Los niños estaban cansados y entre ellos, Massimo ya dormitaba sobre el hombro de su madre.

Franco y Victoria suspiraron cuando el último de los coches desapareció por la verja de entrada y el Ejecutor del Conte se giró hacia Massimo.

—Venga con el tío Archer, que tu padre y tu madre están demasiado remendados todavía —dijo tomándolo de las manos de Victoria y subiendo con él las escaleras.

—¿Estás bien? —preguntó Franco y Victoria levantó una ceja y le sonrió de medio lado.

—¿Es una pregunta seria o lo dices por…? —no se atrevió a seguir, pero el italiano entendió perfectamente la insinuación.

—Eso lo resolveremos después, niña —le aseguró humedeciéndose los labios—, pero lo pregunto por la forma en que decidiste que hiciéramos el bautizo de Massimo tan pronto.

Victoria se puso seria en un segundo, miró a todos lados y tomó la mano de Franco, arrastrándolo tras ella hasta su habitación. Se asegu
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