Mia
El evento es elegante, como todos los eventos de negocios en los que participo, pero hay algo diferente en este. Quizá sea la cantidad de personas. O la presión de que mis movimientos sean impecables. O tal vez, solo tal vez, el hecho de que esta es una de esas noches donde no hay espacio para errores.
“Concentrada, Mia”, me repito una y otra vez mientras recorro el salón, sonriendo, estrechando manos, intercambiando tarjetas. La luz es suave, casi romántica, pero todo lo que hay en mis entrañas es frío, rígido, como el protocolo que impone la situación.
Me detengo frente a una mesa donde varias personas discuten sobre un nuevo acuerdo. Escucho palabras como “expansión”, “mercado internacional” y “rendimiento”, pero mi mente no está allí. No está en la conversación. Mi mente está en otro lugar. En un rincón oscuro que ni siquiera quiero explorar.
Y de repente, lo veo.
Alexander está parado junto a la ventana, con su traje oscuro y esa postura que tan bien le queda. Él parece no no