Me preparaba para ir a trabajar, aunque aún era demasiado temprano, pero estaba en casa de Kevin, pues después de la maravillosa noche que habíamos pasado juntos, de que se hubiese sincerado y de que hubiésemos vuelto, quería pasar todo el tiempo que pudiese junto a él.
- Ana – comenzó él, agarrando mi rostro entre sus manos, mientras yo sonreía hacia él, pues pensaba que tan sólo quería retenerme a su lado un poco más – no quiero que vuelvas a pensar en que te engañaría con otra.
- Lo siento – me disculpé, sin saber exactamente qué decir.
- Porque tú eres la única con la que quiero estar, y sé que no habrá ninguna otra después de ti. – aclaró, para luego besarme dulcemente en los labios, dejándome con algunas dudas, pues no comprendía