La ciudad amaneció con el eco de la palabra “hospital” en los titulares. No hablaban de cifras, ni de balances, ni de contratos. Hablaban de la escena: Celeste frente a un mostrador, preguntando como una ciudadana preocupada. Esa imagen ya estaba en todos lados, recortada y multiplicada hasta el cansancio.
“La heredera Valtierra exige respuestas.”
“¿Desvío o error? El silencio de Aelin incómoda.”
“La pregunta que podría cambiarlo todo.”
En la mansión Valtierra, Amanda caminaba de un lado a otro con una euforia nerviosa.
—¡Por fin, hija! ¡Eso era lo que necesitabas! ¡Que la ciudad te vea como la voz de la gente!
Celeste bebía café frío, intentando ocultar el temblor de sus manos. Sí, había cámaras, titulares y comentarios, pero lo que resonaba en su mente era otra cosa: la mirada de Adrien cuando le dijo que callara, que dejara que el rumor trabajara solo. Su silencio posterior era peor que cualquier reproche.
Esteban, en cambio, se mantenía cauteloso. —Hija… si no hay pruebas r