La llamada de Alfa dejó a Gabriel con un nudo en el estómago. La voz fría y calculadora del líder de la organización resonaba en su mente, mientras las palabras sobre Samuel se repetían una y otra vez. Sentado en el suelo del almacén, Gabriel respiraba con dificultad, tratando de mantener la compostura.
Lara, Tomás y Elena lo rodeaban, cada uno lidiando con sus propios pensamientos y preocupaciones. Sabían que no podían quedarse mucho tiempo en ese lugar; Alfa y sus guardias podían encontrarlos en cualquier momento. Pero también sabían que necesitaban un plan, una estrategia para salvar a Samuel y detener a Alfa.
Elena se levantó y caminó hacia la terminal, donde aún tenían acceso a la información que habían descargado. Su rostro reflejaba una mezcla de determinación y preocupación.
—Tenemos que actuar rápido. Alfa ya sabe que estamos tras ellos, y no nos dará tregua —dijo, mientras revisaba los archivos en la pantalla.
Tomás se acercó y miró por encima de su hombro.
—¿Hay algo en eso