—¿Hola? —dijo, su voz cargada de tensión.
La voz de Alfa resonó al otro lado de la línea, fría y burlona.
—Veo que sigues intentando salvar a tu preciado Samuel. Qué conmovedor. Pero te aseguro que es una causa perdida.
Gabriel sintió una ola de rabia al escuchar esas palabras.
—No importa lo que digas, Alfa. No me rendiré. Encontraremos una manera de liberarlo.
Alfa soltó una risa cruel.
—Oh, Gabriel, siempre tan testarudo. Pero déjame darte un consejo. Samuel ya no es el mismo. Se ha ido, y nunca volverá a ser quien fue. ¿Realmente vale la pena arriesgarlo todo por él?
Gabriel apretó el teléfono con fuerza, sintiendo cómo la ira y la desesperación se mezclaban en su interior.
—Sí, vale la pena. Porque es la única manera de detenerte y liberar a todos los que has manipulado.
Alfa respondió con un tono burlón.
—Muy bien, Gabriel. Veamos hasta dónde llega tu determinación. Pero te aseguro que este juego no terminará como esperas.
Con eso, la llamada se cortó abruptamente, dejando a Gab