La vuelta de Juanjo me sorprendió bastante, pero no me tragué en lo absoluto sus falsas disculpas, porque sabía perfectamente cómo era él. Dejé que me invitase a un baile, y le partí la cara cuando intentó sobarme, marchándome después a llevar a mamá a casa, que había cogido una borrachera importante.
Le di una ducha refrescante y la recosté en la cama, y justo cuando caminaba con sigilo por el pasillo hacia mi habitación, buscando no despertarla, escuché la puerta, incluso le hice una señal a mi hermano para que bajase el volumen, sonrió y me acompañó a mi habitación.