—¿Escuché bien? —preguntó la muchacha con una sonrisa cómplice.
—Lo escuchaste perfecto. El idiota me gusta, más de lo que debo admitir. Pero… —se detuvo a pensar un poco.
—No hay peros. Ambos se gustan, ¡hasta el chico de las copias lo sabe! —Mónic volteó a verla con expresión asombrada.
«¿Cómo era eso de que todos lo sabían?»
—¿A qué te refieres? —preguntó.
—Solo hay que leer sus movimientos y las miradas que ambos se regalan. Es algo inconsciente, pero todo el mundo aquí ve la química que hay entre ustedes, y no me refiero solo a la laboral, porque en eso también la tienen. De verdad, ustedes dos son los únicos que no lo ven —comentó la muchacha, y Mónic se puso colorada.
—Pero siempre que intento acercarme a él o aceptar algo más con Logan, pasa algo que hace que volvamos al principio. De hecho, aún está el asunto de Chelsea, pero ya tendré oportunidad de hablarlo —le explicó a la muchacha.
Por lo que había hablado con su prima, el misterioso cliente solo llegaba a comprar flores,