Desde lejos, dentro de un elegante auto, Anya Rousseau ve cómo lo que se supone, son los restos de Liliana Cedeño, son llevados para ser sepultados en la misma tumba donde su madre hoy día descansaba.
Era evidente que no se sentiría nada cómoda, pues ver cómo su amiga Dayana está destrozada y llora sin parar, no era algo que esperaba.
Definitivamente, Dayana Garza Cantú, fue la única amiga que tuvo, la única que, junto a la tía Mina, lloraría su pérdida.
- ¿Quieres que nos vayamos? -dijo Theo tomando su delgada mano.
- ¡Eh! ¡No! No, yo te pedí estar aquí, puedo estar aquí más tiempo.
- No se te vaya a ocurrir bajar del auto, sé que luces diferente, pero no podemos, no debemos levantar ninguna sospecha. ¿Entendido? -dijo Theo en un tono tranquilo, pero de advertencia.
Liliana llevaba ya casi medio año viviendo con él y poco a poco había ido conociendo su carácter.
- Sí, soy muy consciente de eso. Créeme, muero de ganas por ir a ver a Dayana y decirle que no estoy muerta, pero sé bien q