Al día siguiente, Dayana se levantó con un fuerte dolor de cabeza, al parecer, su hijo, al no reconocer la cama en la que solían dormir, estuvo moviéndose por toda la amplia cama, solo para encontrar consuelo de una rara manera en los brazos de su madre.
Tal como lo había pedido, Thiago le había llevado una pijama a Rui, pero solo a él. Thiago no consideró las necesidades de Dayana, por lo que la chica seguía con la misma ropa con la que había llegado.
Dayana entró al baño de la habitación, enjugo su rostro, miró las ojeras que llevaba, recordando todo lo que había sucedido la noche anterior, cerró sus manos en puños, inevitablemente la molestia y el enojo la invadieron.
Los ojos de Dayana se llenaron de lágrimas, ella no quería estar ahí, ella no quería casarse, ella no quería nada de lo que vendría, pero, en este momento, esa era la única salida.
Al escuchar ruidos fuera del baño, limpió rápidamente las lágrimas de sus ojos y salió. Tan pronto como lo hizo, se topó con la silueta de