Los días pasaban y la vida de Liliana estaba sumida en un completo silencio. Ella, al darse cuenta de que normalmente no hay nadie en casa, comienza a deambular por el lugar.
Rufina no pasa todo el tiempo cerca de ella, pues su labor le parece completamente aburrida, más cuando la joven solo se la pasa caminando por los pasillos de la casa o caminando por los jardines de este lugar.
Lo que no sabe y no puede intuir es que aquella casa le está trayendo varios recuerdos a Liliana, quien caminado por los pasillos trata de ir hilándolos.
En su cabeza no paran de sonar 13 números que no entiende que sean o que signifiquen, por lo que se ha encomendado, internamente, la tarea de entender que significan. Sabe que no tiene nada que ver con la clínica, pero sabe que en casa puede averiguarlo.
Liliana ha caminado por los pasillos, por cada rincón de la mansión, por cada jardín, incluso ha entrado al estudio de su padre. Es sorprendente, pues ella le tiene pavor a ese lugar; sin embargo, ella se